domingo, 8 de septiembre de 2013

Domingo 23º durante el año. Verde.
LECTURA
Sab 9, 13-18
Lectura del libro de la Sabiduría.
¿Qué hombre puede conocer los designios de Dios o hacerse una idea de lo que quiere el Señor? Los pensamientos de los mortales son indecisos y sus reflexiones, precarias, porque un cuerpo corruptible pesa sobre el alma y esta morada de arcilla oprime a la mente con muchas preocupaciones. Nos cuesta conjeturar lo que hay sobre la tierra, y lo que está a nuestro alcance lo descubrimos con esfuerzo; pero ¿quién ha explorado lo que está en el cielo? ¿Y quién habría conocido tu voluntad si tú mismo no hubieras dado la Sabiduría y enviado desde lo alto tu santo espíritu? Así se enderezaron los caminos de los que están sobre la tierra, así aprendieron los hombres lo que te agrada y, por la Sabiduría, fueron salvados.
Palabra de Dios.

Comentario
El escritor conoce qué es la sabiduría: discernir la voluntad de Dios. Esto mismo pide en la oración porque sabe que nuestro pensamiento humano es débil. Pidamos al Espíritu Santo la sabiduría de la vida, que endereza nuestro camino.

SALMO
Sal 89, 3-6. 12-14. 17
R. ¡Señor, tú has sido nuestro refugio!
Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, con sólo decirles: "Vuelvan, seres humanos". Porque mil años son ante tus ojos como el día de ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche. R.
Tú los arrebatas, y son como un sueño, como la hierba que brota de mañana: por la mañana brota y florece, y por la tarde se seca y se marchita. R.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría. ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores. R.
Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra vida. Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor; que el Señor, nuestro Dios, haga prosperar la obra de nuestras manos. R.

SEGUNDA LECTURA
Flm 9b-10. 12-17
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón.
Querido hermano: Yo, Pablo, ya anciano y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, te suplico en favor de mi hijo Onésimo, al que engendré en la prisión. Te lo envío como si fuera una parte de mi mismo ser. Con gusto lo hubiera retenido a mi lado, para que me sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del Evangelio. Pero no he querido realizar nada sin tu consentimiento, para que el beneficio que me haces no sea forzado, sino voluntario. Tal vez, él se apartó de ti por un instante, a fin de que lo recuperes para siempre, no ya como un esclavo, sino como algo mucho mejor, como un hermano querido. Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor. Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mí mismo.
Palabra de Dios.

Comentario
San Pablo escribe esta carta a Filemón para pedirle por Onésimo, un esclavo al que conoció en la cárcel. La condición de cristianos modifica la relación amo-esclavo: ambos deben reconocerse como hermanos en la fe.

EVANGELIO
Lc 14, 25-33
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: "Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: "Este comenzó a edificar y no pudo terminar". ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo".
Palabra del Señor.

Comentario
Jesús pone dos ejemplos, dos pequeñas parábolas, acerca de la sabiduría necesaria para llevar adelante una obra. En ambos casos, habla de cálculos y previsiones. Y todo eso para hacernos meditar sobre la gran obra de nuestra vida, que es seguirlo a él. Este seguimiento implica la sabiduría de valorar las cosas y las personas en su justa dimensión. El desprendimiento, el desapego y el no acaparar son las actitudes indispensables para seguir a Jesús, libres de ataduras.

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