viernes, 30 de septiembre de 2011

San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia. (MO). Blanco.

San Jerónimo era reconocido por su dominio de las lenguas bíblicas y sus estudios sobre las Sagradas Escrituras, cuando en el año 382 el Papa lo convocó a Roma para que trabajara en la traducción de la Biblia al latín. En Roma, San Jerónimo se dedicó a esta tarea y además transmitió sus conocimientos a un grupo de mujeres romanas que colaboraron con él en su trabajo. Más tarde se trasladó a Belén, donde continuó con su tarea de traducción. Esa versión de la Biblia en latín se conoció con el nombre de Vulgata, ya que fue divulgada en toda la Iglesia. Además de la traducción, Jerónimo escribió una introducción a cada uno de los libros de la Biblia, y otras obras teológicas. Murió en Belén en el año 420. Es patrono de traductores y biblistas.

LECTURA

Bar 1, 15-22

Lectura del libro de Baruc.

Al Señor, nuestro Dios, pertenece la justicia; a nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro, como sucede en el día de hoy: vergüenza para los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, para nuestros reyes y nuestros jefes, para nuestros sacerdotes, nuestros profetas y nuestros padres. Porque hemos pecado contra el Señor, le hemos sido infieles y no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, que nos mandaba seguir los preceptos que él puso delante de nosotros. Desde el día en que el Señor hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, hasta el día de hoy, hemos sido infieles al Señor, nuestro Dios, y no nos hemos preocupado por escuchar su voz. Por eso han caído sobre nosotros tantas calamidades, así como también la maldición que el Señor profirió por medio de Moisés, su servidor, el día en que hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, para darnos una tierra que mana leche y miel. Esto es lo que nos sucede en el día de hoy. Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a todas las palabras de los profetas que él nos envió. Cada uno se dejó llevar por los caprichos de su corazón perverso, sirviendo a otros dioses y haciendo el mal a los ojos del Señor, nuestro Dios.

Palabra de Dios.



Comentario

El pueblo no sólo se dedica a la reconstrucción material sino que también, guiado por los profetas, reflexiona sobre los sucesos que ha vivido. En este examen de conciencia reconocen que al alejarse del camino indicado por Dios, han dejado lugar al pecado y a sus tristes consecuencias. ¿Podemos también nosotros, como pueblo, hacer un examen de conciencia colectivo y reconocer la raíz de tantos males que padecemos en nuestra sociedad?



SALMO

Sal 78, 1-5. 8-9

R. ¡Líbranos, Señor, por el honor de tu Nombre!

Señor, los paganos invadieron tu herencia, profanaron tu santo Templo, hicieron de Jerusalén un montón de ruinas; dieron los cadáveres de tus servidores como pasto a las aves del cielo, y la carne de tus amigos, a las fieras de la tierra. R.

Derramaron su sangre como agua alrededor de Jerusalén, y nadie les daba sepultura. Fuimos el escarnio de nuestros vecinos, la irrisión y la burla de los que nos rodean. ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Estarás enojado para siempre? ¿Arderán tus celos como un fuego? R.

No recuerdes para nuestro mal las culpas de otros tiempos; compadécete pronto de nosotros, porque estamos totalmente abatidos. Ayúdanos, Dios salvador nuestro, por el honor de tu Nombre; líbranos y perdona nuestros pecados, a causa de tu Nombre. R.



EVANGELIO

Lc 10, 13-16

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Jesús dijo: ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. El que los escucha a ustedes me escucha a mí: el que los rechaza a ustedes me rechaza a mí; y el que me rechaza a Aquél que me envió.

Palabra del Señor.



Comentario

Jesús nombra los pueblos y ciudades de su provincia, Galilea. Son los lugares que recorrió durante su ministerio, llamando a la gente al sincero encuentro con Dios. Pero no encontró allí el eco esperado. En contraposición, nombra las ciudades extranjeras, Tiro y Sidón, las que estaban abiertas al paso de Dios. Como en otros pasajes del evangelio, también aquí Jesús nos llama la atención sobre el "acostumbramiento" a las cosas de Dios, que hace que nos conformemos con nuestra vida espiritual y nos cerremos a la novedad del amor de Dios que es siempre dinámico.

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