jueves, 2 de diciembre de 2010

Jueves 2 - De la feria. Verde.

LECTURA

Is 26, 1-6

Lectura del libro de Isaías.

Aquel día, se entonará este canto en el país de Judá: Tenemos una ciudad fuerte, el Señor le ha puesto como salvaguardia muros y antemuros. Abran las puertas, para que entre una nación justa, que se mantiene fiel. Su carácter es firme, y tú la conservas en paz, porque ella confía en ti. Confíen en el Señor para siempre, porque el Señor es una Roca eterna. Él doblegó a los que habitaban en la altura, en la ciudad inaccesible; la humilló hasta la tierra, le hizo tocar el polvo. Ella es pisoteada por los pies del pobre, por las pisadas de los débiles.

Palabra de Dios.



Comentario

El anuncio del profeta contrapone dos modos de vida. Uno es el de la ciudadela inaccesible, la villa infranqueable, donde algunos viven encerrados, confiados en su propio poder. Otro modelo es el de la ciudad de puertas abiertas, donde viven los justos, que no confían en sus propias fuerzas sino en el poder de Dios. ¿En dónde queremos vivir?



SALMO

Sal 117, 1. 8-9. 19-21. 25-27

R. ¡Bendito el que viene en Nombre del Señor!

¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres; es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos. R.

"Abran las puertas de la justicia y entraré para dar gracias al Señor". "Ésta es la puerta del Señor: sólo los justos entran por ella". Yo te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. R.

Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad. ¡Bendito el que viene en Nombre del Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor: el Señor es Dios, y él nos ilumina. R.

Aleluya. Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está cerca. Aleluya.



EVANGELIO

Mt 7, 21. 24-27

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jesús dijo a sus discípulos: No son los que me dicen: "Señor, Señor", los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero ésta no se derrumbó, porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: ésta se derrumbó, y su ruina fue grande.

Palabra del Señor.



Comentario

¿Sobre qué edificamos nuestra vida? Hay palabras vanas, que se lleva el viento, tan volátiles como la arena. Y está la palabra del Señor, sólida como Roca, que nos da un cimiento para nuestra vida. El Maestro no nos dice que estaremos exentos de lluvias y tormentas, pero sí nos asegura que, afirmados en su palabra, tendremos la firmeza necesaria para esos momentos.

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