jueves, 11 de noviembre de 2010

San Martín de Tours. (MO). Obispo. Blanco.

Era soldado e hijo de soldado. Atraído por el cristianismo, ingresó en el catecumenado. Se cuenta que en el año 334 entregó la mitad de su capa de militar a un mendigo que pedía ante la puerta de la ciudad de Amiens. Esa noche, Martín tuvo un sueño en que se le apareció Jesús, envuelto en esa capa. Hecho cristiano, abandonó el ejército y años después fue nombrado obispo de Tours. Recorrió varias regiones de Francia evangelizando y se dedicó sobre todo al ambiente rural. Su devoción fue muy popular durante la Edad Media. Es el patrono de Francia y de la ciudad de Buenos Aires.

LECTURA

Flm 1, 7-20

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón.

Querido hermano: Yo he experimentado una gran alegría y me he sentido reconfortado por tu amor, viendo cómo tú, querido hermano, aliviabas las necesidades de los santos. Por eso, aunque tengo absoluta libertad en Cristo para ordenarte lo que debes hacer, prefiero suplicarte en nombre del amor. Yo, Pablo, ya anciano y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, te suplico en favor de mi hijo Onésimo, al que engendré en la prisión. Antes, él no te prestó ninguna utilidad, pero ahora te será muy útil, como lo es para mí. Te lo envío como si fuera una parte de mi mismo ser. Con gusto lo hubiera retenido a mi lado, para que me sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del Evangelio. Pero no he querido realizar nada sin tu consentimiento, para que el beneficio que me haces no sea forzado, sino voluntario. Tal vez, él se apartó de ti por un instante, a fin de que lo recuperes para siempre, no ya como un esclavo, sino como algo mucho mejor, como un hermano querido. Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor. Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mí mismo. Y si él te ha hecho algún daño o te debe algo, anótalo a mi cuenta. Lo pagaré yo, Pablo, que firmo esta carta de mi puño y letra. No quiero recordarte que tú también eres mi deudor, y la deuda eres tú mismo. Sí, hermano, préstame ese servicio por amor al Señor y tranquiliza mi corazón en Cristo.

Palabra de Dios.



Comentario

El esclavo Onésimo, alejado de casa de su amo Filemón, estaba preso. Allí, en la cárcel, conoció a san Pablo y se hizo cristiano. Onésimo volverá a casa de su antiguo amo en una nueva condición: ahora es un hermano en la fe. Amo y esclavo comparten la fe en Jesucristo y la dignidad de hijos de Dios. Esto plantea para ambos una nueva forma de llevar adelante su existencia cotidiana. Hoy no existe la esclavitud en las formas del mundo antiguo, pero conviene revisar varias relaciones: empresario-obrero, patrona-empleada y tantas otras. ¿Qué ocurre cuando unos y otros son personas bautizadas? ¿El modo en que viven sus relaciones refleja la compartida dignidad de hijos e hijas de Dios?



SALMO

Sal 145, 7-9. 8. 10

R. ¡Feliz el que se apoya en ti, Señor!

El Señor mantiene su fidelidad para siempre, hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos y protege a los extranjeros. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.



EVANGELIO

Lc 17, 20-25

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo llegará el Reino de Dios. Él les respondió: "El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: 'Está aquí' o 'Está allí'. Porque el Reino de Dios está entre ustedes". Jesús dijo después a sus discípulos: "Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: 'Está aquí' o 'Está allí', pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación".

Palabra del Señor.



Comentario

Con la presencia salvadora de Jesús, el Reino ya está en medio de nosotros. Él, con sus milagros, con su nuevo modo de relacionarse con hombres y mujeres, con su predicación, con su ofrecimiento del perdón, nos trajo el Reino. Un reino donde sólo el Padre ejerce su poder, y su poder es amor que se derrama. Vivamos el Reino ya, ahora, con todo lo que Jesús nos ha dejado, y un día lo disfrutaremos en plenitud.

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