lunes, 15 de noviembre de 2010

Misa a elección. Feria. Verde. - San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia. (ML). Blanco.

Este sacerdote dominico se dedicó a la enseñanza de la teología en diversas universidades de Europa. Tuvo como discípulo a santo Tomás de Aquino, con quien mantuvieron amistad y colaboración durante toda la vida. Alberto supo apreciar la ciencia y la filosofía, y se dedicó a las ciencias naturales, dejando obras escritas sobre botánica, zoología y biología. Es patrono de los estudiantes de ciencias naturales.

LECTURA

Apoc 1, 1. 6. 10-11; 2, 1-5

Lectura del libro del Apocalipsis.

Revelación de Jesucristo, que le fue confiada por Dios para enseñar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto. Él envió a su Ángel para transmitírsela a su servidor Juan. Éste atestigua que todo lo que vio es Palabra de Dios y testimonio de Jesucristo. Feliz el que lee, y felices los que escuchan las palabras de esta profecía y tienen en cuenta lo que está escrito en ella, porque el tiempo está cerca. Yo, Juan, escribo a las siete Iglesias de Asia. Llegue a ustedes la gracia y la paz de parte de Aquél que es, que era y que viene, y de los siete Espíritus que están delante de su trono, y de Jesucristo, "el Testigo fiel, el Primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los reyes de la tierra". ¡A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén. El Día del Señor fui arrebatado por el Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte como una trompeta, que decía: "Escribe en un libro lo que ahora vas a ver, y mándalo a las siete Iglesias: a Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardes, a Filadelfia y a Laodicea". Escribe al Ángel de la Iglesia de Éfeso: "Él que tiene en su mano derecha las siete estrellas y camina en medio de los siete candelabros de oro afirma: 'Conozco tus obras, tus trabajos y tu constancia. Sé que no puedes tolerar a los perversos: has puesto a prueba a quienes usurpan el título de apóstoles, y comprobaste que son mentirosos. Sé que tienes constancia y que has sufrido mucho por mi nombre sin desfallecer. Pero debo reprocharte que hayas dejado enfriar el amor que tenías al comienzo. Fíjate bien desde dónde has caído, conviértete y observa tu conducta anterior'".

Palabra de Dios.



Comentario

Este libro comienza con dos bienaventuranzas: ¡Feliz el que lea! ¡Felices los que escuchen! Este libro contiene un mensaje dirigido a la comunidad cristiana, para felicitarla por sus logros y exhortarla a convertirse de su pecado. Por lo tanto, es un libro que podemos leer todos los cristianos, en cualquier época.



SALMO

Sal 1, 1-4. 6

R. Al vencedor, le daré a comer del árbol de la vida.

¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche! R.

Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. R.

No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento. Porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal. R.



EVANGELIO

Lc 18, 35-43

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret. El ciego se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!". Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!". Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". "Señor, que yo vea otra vez". Y Jesús le dijo: "Recupera la vista, tu fe te ha salvado". En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.

Palabra del Señor.



Comentario

Este ciego sabía pedir. Pedía con insistencia y en voz alta, a pesar de las voces que lo querían hacer callar. La suya es una oración decidida, confiada y bien dirigida: pide exactamente lo que necesita. Así nos enseñó Jesús a orar: sin palabrerío y pidiendo lo que necesitamos.

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