lunes, 29 de noviembre de 2010

De la feria. Morado.

LECTURA

Is 4, 2-6

Lectura del libro de Isaías.

Aquel día, el germen del Señor será la hermosura y la gloria de los sobrevivientes de Israel, y el fruto del país será su orgullo y su ornato. Entonces, el resto de Sión, los sobrevivientes de Jerusalén, serán llamados santos: todos ellos estarán inscritos para la vida, en Jerusalén. Cuando el Señor lave la suciedad de las hijas de Sión y limpie a Jerusalén de la sangre derramada en ella, con el soplo abrasador del juicio, él creará sobre toda la extensión del monte Sión y en su asamblea, una nube de humo durante el día, y la claridad de un fuego llameante durante la noche. Porque la gloria del Señor, en lo más alto de todo, será un reparo y una choza, para dar sombra contra el calor durante el día, y servir de abrigo y refugio contra la tempestad y la lluvia.

Palabra de Dios.



Comentario

La restauración de un pueblo llegará luego de un aparente desastre o de la experiencia de la muerte. No hay triunfo si antes no se supo aprender qué es lo que nos ha derrotado. Esperamos, confiamos, que algún día disfrutaremos de una vida llena de paz y de justicia, no nos acostumbremos a la muerte cotidiana.



SALMO

Sal 121, 1-2. 4-9

R. ¡Vamos con alegría a la casa del Señor!

¡Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la casa del Señor"! Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. R.

Allí suben las tribus, las tribus del Señor, según es norma en Israel, para celebrar el nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David. R.

Auguren la paz a Jerusalén: "¡Vivan seguros los que te aman! ¡Haya paz en tus muros y seguridad en tus palacios!". R.

Por amor a mis hermanos y amigos, diré: "La paz esté contigo". Por amor a la casa del Señor, nuestro Dios, buscaré tu felicidad. R.



EVANGELIO

Mt 8, 5-11

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, rogándole: "Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente". Jesús le dijo: "Yo mismo iré a sanarlo". Pero el centurión respondió: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: 'Ve', él va, y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: 'Tienes que hacer esto', él lo hace". Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: "Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el reino de los cielos".

Palabra del Señor.



Comentario

"Antes de recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, oramos con las palabras del centurión romano, 'Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa' (Mt 8, 8). Al decirlas, generalmente reconocemos con humildad el regalo de Dios al darnos a Jesús. Pero esto no basta, piensa también en la acogida de Jesús al centurión y reflexiona: ¿Cómo tratas a las personas que la sociedad considera inferiores a ti en su dignidad? ¿Las acoges igual que Jesús? Que la respuesta del Señor al centurión, te ayude a valorar la igualdad de dignidad en todas las personas, sin ser esclavo/a de los prejuicios sociales o religiosos existentes en nuestra sociedad" (Comentario de La Biblia Católica para jóvenes).

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