martes, 30 de noviembre de 2010

San Andrés, apóstol. (F). Rojo.

Andrés, el hermano de Pedro, era originario de Cafarnaúm, a orillas del mar de Galilea, y pescador como su padre. Estuvo entre el grupo de los primeros que fueron llamados por Jesús. Si bien no se sabe con certeza en qué lugares evangelizó, la iglesia griega lo recuerda con devoción en Patrás, ciudad donde dice la tradición que fue martirizado.

LECTURA

Rom 10, 9-18

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.

Hermanos: Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación. Así lo afirma la Escritura: "El que cree en él no quedará confundido". Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica? ¿Y quiénes predicarán, si no se los envía? Como dice la Escritura: "¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!". Pero no todos aceptan el Evangelio. Así lo dice Isaías: "Señor, ¿quién creyó en nuestra predicación?". La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la palabra de Cristo. Yo me pregunto: ¿Acaso no la han oído? Sí, por supuesto: "Por toda la tierra se extiende su voz, y sus palabras llegan hasta los confines del mundo".

Palabra de Dios.



Comentario

La proclamación de la fe, acompañada de la seguridad que nos dicta nuestro corazón, es el camino de nuestra salvación. De alguna manera, es como decir: "creemos lo que amamos, y amamos lo que creemos". Y a esto estamos llamados todos, sin distinción, tal como lo dice san Pablo.



SALMO

Sal 18, 2-5

R. Resuena su eco por toda la tierra.

El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos: un día transmite al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia. R.

Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz, resuena su eco por toda la tierra, y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.



EVANGELIO

Mt 4, 18-22

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar, porque eran pescadores. Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.

Palabra del Señor.



Comentario

El llamado de Jesús cambió la vida de estos hombres. Sus trabajos ya no son los mismos, y sus relaciones familiares tampoco. ¿En qué cambiaría nuestra vida laboral y familiar al ser "tocados", "llamados", por Jesús?

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