lunes, 9 de enero de 2012

De la feria. Verde.

LECTURA

1Sam 1, 1-8

Lectura del primer libro de Samuel.

Había un hombre de Ramataim, de la familia de Suf, de la montaña de Efraím, que se llamaba Elcaná, hijo de lerojám, hijo de Eliú, hijo de Toju, hijo de Suf, de la familia de Efraím. Él tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra Peniná. Peniná tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno. Este hombre subía cada año desde su ciudad, para adorar y ofrecer sacrificios al Señor en Silo. Allí eran sacerdotes del Señor, Jofni y Pinjás, los dos hijos de Elí. El día en que Elcaná ofrecía su sacrificio, daba a su esposa Peniná, y a todos sus hijos e hijas, porciones de la víctima. Pero a Ana le daba una porción especial, porque la amaba, aunque el Señor la había hecho estéril. Su rival la afligía constantemente para humillarla, porque el Señor la había hecho estéril. Así sucedía año tras año: cada vez que ella subía a la Casa del Señor, la otra la afligía de la misma manera. Entonces Ana se ponía a llorar y no quería comer. Pero Elcaná, su marido, le dijo: "Ana, ¿por qué lloras y no quieres comer? ¿Por qué estás triste? ¿No valgo yo para ti más que diez hijos?".

Palabra de Dios.



Comentario

"...la verdadera intencionalidad (de este relato) es ilustrar el estado en que se encuentra la historia misma del pueblo, un pueblo al que Dios ama, pero que no produce los frutos que se esperan de ese amor, de esa relación" (Comentario de La Biblia de Nuestro Pueblo).



SALMO

Sal 115, 12-14. 17-19

R. ¡Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza! O bien: Aleluya.

¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación e invocaré el Nombre del Señor. R.

Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, e invocaré el Nombre del Señor. R.

Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo, en los atrios de la Casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. R.



EVANGELIO

Mc 1, 14-20

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.

Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia". Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.

Palabra del Señor.



Comentario

El Señor llama a hombres y mujeres concretos, con nombre, con historia y presente. Y en esa situación siempre hay algo para dejar, porque hay cosas que son incompatibles con el seguimiento. En este relato la renuncia parece ser inmediata, pero no siempre es así. A veces puede llevarnos toda una vida abandonar lo que nos dificulta el seguimiento al Señor.

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