jueves, 6 de octubre de 2011

Misa a elección. Feria. Verde. - San Bruno, presbítero. (ML). Blanco.

Bruno fue sacerdote, canciller del obispo, catedrático y director de la escuela de la catedral de Rheims. En el año 1082, toma una drástica decisión y se retira a un monasterio cisterciense. Más tarde, buscando un estilo de vida que combinara la vida monástica con la experiencia de los ermitaños del desierto, fundó La Cartuja, que se destacó como lugar de oración, pobreza, austeridad y soledad.

LECTURA

Mal 3, 13-20

Lectura de la profecía de Malaquías.

Ustedes hablan duramente contra mí, dice el Señor, y todavía preguntan: "¿Qué hemos dicho contra ti?". Ustedes dicen: "Es inútil servir a Dios, ¿y qué ganamos con observar sus mandamientos o con andar enlutados delante del Señor de los ejércitos? Por eso llamamos felices a los arrogantes: ¡prosperan los que hacen el mal; desafían a Dios, y no les pasa nada!". Entonces se hablaron unos a otros los que temen al Señor. El Señor prestó atención y escuchó: ante él se escribió un memorial, en favor de los que temen al Señor y respetan su Nombre. Ellos serán mi propiedad exclusiva, dice el Señor de los ejércitos, en el Día que yo preparo. Yo tendré compasión de ellos, como un hombre tiene compasión de su hijo que lo sirve. Ustedes volverán a ver la diferencia entre el justo y el impío, entre el que sirve a Dios y el que no lo sirve. Porque llega el Día, abrasador como un horno. Todos los arrogantes y los que hacen el mal serán como paja; el Día que llega los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles raíz ni rama. Pero para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos.

Palabra de Dios.



Comentario

Es cierto que muchas veces vemos prosperar a los malos, y esto puede desalentarnos. El profeta anuncia que esto no será así para siempre. Con fuertes metáforas nos anuncia que en el Reino de Dios no habrá lugar para el mal. Y esa será la felicidad, compartir la luz, la vida y el amor de Dios.



SALMO

Sal 1, 1-4. 6

R. ¡Feliz el que pone su confianza en el Señor!

¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche! R.

Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. R.

No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento. Porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal. R.



EVANGELIO

Lc 11, 5-13

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Jesús dijo a sus discípulos: "Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: 'Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle', y desde adentro él le responde: 'No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos'. Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!".

Palabra del Señor.



Comentario

"Dios es sumamente bueno y vigila continuamente sobre nosotros para ver si somos capaces de desear, si no de merecer, sus favores. Esto nos recuerda que no vivimos en un mundo gobernado por un determinismo impersonal, ciego e insensible, por un fatalismo inexorable e inflexible, sino que vivimos bajo la mirada amorosa de un Padre que quiere ser tratado como Padre, es decir, como supremo principio soberano pero bueno, accesible, cercano a nosotros. La necesidad de la oración crece en proporción a la importancia y a la dificultad de lo que queremos obtener" (Pablo VI, audiencia general del 10 de noviembre de 1965).

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