miércoles, 15 de septiembre de 2010

Nuestra Señora de los Dolores. (MO). Blanco.

"Las iglesias latinoamericanas se han enfrentado en las últimas décadas al martirio. María, la madre de Dios, ha sido para el pueblo de Dios punto central y motivo de consuelo. María nos ha mantenido firmes en la debilidad, rodeándonos en torno a una serie de testigos vivos del Siervo doliente. María, la madre del Dios crucificado, ha sido compañía, fortaleza y ha dado sentido a tanto sufrimiento en la historia, al esfuerzo cotidiano para continuar construyendo el Reino inaugurado por su Hijo" (Clara Temporelli, María mujer de Dios y de los pobres, Ed. San Pablo).

LECTURA

Heb 5, 7-9

Lectura de la carta a los Hebreos.

Cristo dirigió, durante su vida terrena, súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.

Palabra de Dios.



Comentario

Jesús también pasó sufrimientos y dolores, no sólo en el momento de la cruz, sino a lo largo de toda su vida. Además de los cansancios y malestares propios de su misión itinerante, también conoció el dolor de la traición, del abandono, de las burlas de los conocidos y el desprecio de los vecinos. Todo esto lo entregó como ofrenda a Dios, no porque buscara el dolor en sí mismo, sino porque no abandonó su misión de hacer presente el Reino de Dios, a pesar de los contratiempos.



SALMO

Sal 30, 2-6. 15-16. 20

R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca me vea defraudado! Líbrame, por tu justicia; inclina tu oído hacia mí y ven pronto a socorrerme. R.

Sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo, porque tú eres mi roca y mi baluarte: por tu nombre, guíame y condúceme. R.

Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi refugio. Yo pongo mi vida en tus manos: tú me rescatarás, Señor, Dios fiel. R.

Pero yo confío en ti, Señor, y te digo: "Tú eres mi Dios, mi destino está en tus manos". Líbrame del poder de mis enemigos y de aquellos que me persiguen. R.

¡Qué grande es tu bondad, Señor! Tú la reservas para tus fieles, y la brindas en presencia de todos a los que se refugian en ti. R.



EVANGELIO

Jn 19, 25-27

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre, con su hermana María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

Palabra del Señor.



Comentario

"Convenía, pues, que el Hijo y la Madre llegasen a la gloria a través de la cruz, y que después reinase la una con el otro, tanto más felizmente cuanto más parte que los demás tomó con él en su crucifixión. La caridad verdadera y auténtica ¿no exige, acaso, alegrarse con los que están alegres y llorar con los que lloran, como enseñó san Pablo? Porque Cristo no ama a los estoicos e indiferentes, a los hombres carentes de humanidad, sino a los compasivos, a los piadosos, a los afables, es decir, a los que se asemejan a él. María, cuanto más sincera y ardientemente amaba a Cristo, tanto más se dolió con él" (San Pedro Canisio, Sermón sobre la Virgen María, IV, 25).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu visita!!!