viernes, 10 de septiembre de 2010

De la feria Verde.

LECTURA

1Cor 9, 16-19. 22-27

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.

Hermanos: Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia, merecería ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir que se me ha confiado una misión. ¿Cuál es entonces mi recompensa? Predicar gratuitamente el Evangelio, renunciando al derecho que esa Buena Noticia me confiere. En efecto, siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio. Y todo esto, por amor al Evangelio, a fin de poder participar de sus bienes. ¿No saben que en el estadio todos corren, pero uno solo gana el premio? Corran, entonces, de manera que lo ganen. Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible. Así, yo corro, pero no sin saber adonde; peleo, no como el que da golpes en el aire. Al contrario, castigo mi cuerpo y lo tengo sometido, no sea que, después de haber predicado a los demás, yo mismo quede descalificado.

Palabra de Dios.



Comentario

San Pablo enuncia el principio de solidaridad que rige la vida del apóstol: hacerse todo con todos, compenetrarse de cada situación para anunciar, a esas personas concretas, el evangelio. No hace esto por demagogia ni por quedar bien, sino para llegar con el mensaje de Cristo a todos.



SALMO

Sal 83, 3-6. 12

R. ¡Qué amable es tu Casa, Señor del universo!

Mi alma se consume de deseos por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente. R.

Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones, junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios. R.

¡Felices los que habitan en tu Casa y te alaban sin cesar! ¡Felices los que encuentran su fuerza en ti, al emprender la peregrinación! R.

Porque el Señor es sol y escudo; el Señor da la gracia y la gloria, y no niega sus bienes a los que proceden con rectitud. R.



EVANGELIO

Lc 6, 37-42

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Jesús dijo a sus discípulos: "No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes". Les hizo también esta comparación: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo", tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano".

Palabra del Señor.



Comentario

Jesús usa muchas imágenes sobre la vista: la ceguera, el ver, la viga en el ojo? En definitiva, todas estas enseñanzas nos están cuestionando: ¿Cómo es nuestra mirada? ¿Dónde ponemos la mirada? Una mirada clara y diáfana podrá ver las cosas tal cual son, también los pecados propios. Una mirada despojada de prejuicio y de hipocresía nos permitirá hacer, con sinceridad, la corrección fraterna entre los integrantes de la comunidad.

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