viernes, 17 de septiembre de 2010

 Misa a elección. Feria. Verde. San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia. (ML). Blanco.

Vivió en Italia entre los años 1542 y 1621. Fue un gran teólogo, que se dedicó no sólo a la enseñanza en las universidades, sino que también confeccionó dos catecismos para instruir en la fe a todos los creyentes. Fue asesor de los Papas, a quienes aconsejó siempre con la verdad.

LECTURA

1Cor 15, 12-20

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.

Hermanos: Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no resucitan? ¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó! Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes. Incluso, seríamos falsos testigos de Dios, porque atestiguamos que él resucitó a Jesucristo, lo que es imposible, si los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados. En consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre. Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos.

Palabra de Dios.



Comentario

Cristo no resucitó por su condición divina, sino por su condición humana. Y es lo que nos sucederá a cada uno de nosotros. La resurrección es la esperanza de nuestra vida, y de nuestra humanidad. Hacia ella caminamos, y en ella esperamos.



SALMO

Sal 16, 1. 6-7. 8. 15

R. ¡Me saciaré de tu presencia, Señor!

Escucha, Señor, mi justa demanda, atiende a mi clamor; presta oído a mi plegaria, porque en mis labios no hay falsedad. R.

Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras. Muestra las maravillas de tu gracia, tú que salvas de los agresores a los que buscan refugio a tu derecha. R.

Escóndeme a la sombra de tus alas, y por tu justicia, contemplaré tu rostro, y al despertar, me saciaré de tu presencia. R.



EVANGELIO

Lc 8, 1-3

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido sanadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.

Palabra del Señor.



Comentario

El texto nos ayuda a conocer la vida de Jesús, sus lazos y sus proyectos. Acompañado por hombres y mujeres, amigos y amigas, camina por las ciudades anunciando la Palabra de Dios. No está solo, no camina solo. A pesar de su condición divina, asumir la humanidad lo lleva a cumplir su vocación acompañado de amigos.

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