domingo, 1 de agosto de 2010

Domingo 1 de agosto de 2010


PRIMERA LECTURA
Ecl 1, 2; 2, 21-23
Lectura del libro del Eclesiastés.
¡Vanidad, pura vanidad!, dice el sabio Cohélet. ¡Vanidad, pura vanidad! ¡Nada más que vanidad! Porque un hombre que ha trabajado con sabiduría, con ciencia y eficacia, tiene que dejar su parte a otro que no hizo ningún esfuerzo. También esto es vanidad y una grave desgracia. ¿Qué le reporta al hombre todo su esfuerzo y todo lo que busca afanosamente bajo el sol? Porque todos sus días son penosos, y su ocupación, un sufrimiento; ni siquiera de noche descansa su corazón. También esto es vanidad.
Palabra de Dios.

Comentario
El autor de este texto parece ser un hombre desilusionado, que no encuentra sentido en las cosas de la vida. Sin embargo, este libro pertenece al grupo de los libros de sabiduría. Y en realidad, cualquier sabio estaría de acuerdo con lo que dice este hombre: las cosas de la vida pueden transformarse en vanalidad, superficialidad, si no están proyectadas desde el corazón humano y dependen solamente de las circunstancias. Seamos más sabios, veamos más allá de lo que se ve.

SALMO
Sal 89, 3-6. 12-14. 17
R. Señor, tú has sido nuestro refugio.
Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, con sólo decirles: "Vuelvan, seres humanos". Porque mil años son ante tus ojos como el día de ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche. R.
Tú los arrebatas, y son como un sueño, como la hierba que brota de mañana: por la mañana brota y florece, y por la tarde se seca y se marchita. R.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría. ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores. R.
Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra vida. Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor; que el Señor, nuestro Dios, haga prosperar la obra de nuestras manos. R.

SEGUNDA LECTURA
Col 3, 1-5. 9-11
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas.
Hermanos: Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra. Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es la esperanza de ustedes, entonces también aparecerán ustedes con él, llenos de gloria. Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una forma de idolatría. Tampoco se engañen los unos a los otros. Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras y se revistieron del hombre nuevo, aquél que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador. Por eso, ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos.
Palabra de Dios.

Comentario
En la misma línea de la lectura anterior, san Pablo enseña que no podemos quedarnos en ver las cosas como si Cristo no hubiese resucitado. Lo que ha ocurrido con la resurrección de Cristo debe transformar nuestro modo de obrar, pero también nuestro modo de evaluar, de juzgar la realidad. De esa manera vemos, también como el sabio, "más allá de lo que se ve".

EVANGELIO
Lc 12, 13-21
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Uno de la multitud dijo al Señor: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia". Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?". Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas". Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: "¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha". Después pensó: "Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida". Pero Dios le dijo: "Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?". Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios".
Palabra del Señor.

Comentario
El problema no está en la riqueza, sino en la codicia. El evangelio ve los bienes materiales como un camino para desarrollarse, para crecer, para vivir de aquello que necesitamos. Pero el corazón humano muchas veces desea más y no siempre del modo correcto o evangélico. Hasta que se da cuenta de que ha sido una búsqueda sin sentido, y que le quitó el sentido a todo lo que ha vivido hasta el momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu visita!!!