viernes, 20 de agosto de 2010

San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia. (MO). Blanco.

Bernardo pertenecía a una noble familia. A los 22 años abandonó todo e ingresó en un monasterio cisterciense. Al ser nombrado abad de Claraval (año 1101), produjo en ese monasterio y en los alrededores una gran renovación espiritual. Intervino en concilios y asesoró a los Papas buscando la purificación de la Iglesia. En sus escritos, se destaca el modo en que presenta la humildad de Cristo y la devoción a María.

LECTURA

Ez 37, 1-14

Lectura de la profecía de Ezequiel.

La mano del Señor se posó sobre mí, y el Señor me sacó afuera por medio de su espíritu y me puso en el valle, que estaba lleno de huesos. Luego me hizo pasar a través de ellos en todas las direcciones, y vi que los huesos tendidos en el valle eran muy numerosos y estaban resecos. El Señor me dijo: "Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?". Yo respondí: "Tú lo sabes, Señor". Él me dijo: "Profetiza sobre estos huesos, diciéndoles: 'Huesos secos, escuchen la palabra del Señor. Así habla el Señor a estos huesos: Yo voy a hacer que un espíritu penetre en ustedes, y vivirán. Pondré nervios en ustedes, haré crecer carne sobre ustedes, los recubriré de piel, les infundiré un espíritu, y vivirán. Así sabrán que yo soy el Señor'". Yo profeticé como se me había ordenado, y mientras profetizaba, se produjo un temblor, y los huesos se juntaron unos con otros. Al mirar, vi que los huesos se cubrían de nervios, que brotaba la carne y se recubrían de piel, pero no había espíritu en ellos. Entonces el Señor me dijo: "Convoca proféticamente al espíritu, profetiza, hijo de hombre, tú dirás al espíritu: 'Así habla el Señor: Ven, espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que revivan'". Yo profeticé como él me lo había ordenado, y el espíritu penetró en ellos. Así revivieron y se incorporaron sobre sus pies. Era un ejército inmenso. Luego el Señor me dijo: "Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos dicen: 'Se han secado nuestros huesos y se ha desvanecido nuestra esperanza. ¡Estamos perdidos!'. Por eso, profetiza diciéndoles: 'Así habla el Señor: Yo voy a abrir las tumbas de ustedes, los haré salir de ellas, y los haré volver, Pueblo mío, a la tierra de Israel. Y cuando abra sus tumbas y los haga salir de ellas, ustedes, mi Pueblo, sabrán que yo soy el Señor. Yo pondré mi espíritu en ustedes, y vivirán; los estableceré de nuevo en su propio suelo, y así sabrán que yo, el Señor, lo he dicho y lo haré'".

Palabra de Dios.



Comentario

¡Cuántas veces nos sentimos como estos huesos! Desalentados, con el ánimo por el piso, desparramados, cada uno por su lado, sin que haya fuerza que nos levante o que nos una. El cambio no será obra nuestra, sino del Espíritu de Dios. Él hace de cada caído una criatura de pie, de cada desanimado, alguien fortalecido. El Espíritu une a los desparramados, con la fuerza de un ejército. ¡Entonces celebramos la vida!



SALMO

Sal 106, 2-9

R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno!

Que lo digan los redimidos por el Señor, los que él rescató del poder del enemigo y congregó de todas las regiones: del norte y del sur, del oriente y el occidente. R.

Los que iban errantes por el desierto solitario, sin hallar el camino hacia un lugar habitable. Estaban hambrientos, tenían sed y ya les faltaba el aliento. R.

Pero en la angustia invocaron al Señor, y él los libró de sus tribulaciones: los llevó por el camino recto, y así llegaron a un lugar habitable. R.

Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas en favor de los hombres, porque él sació a los que sufrían sed y colmó de bienes a los hambrientos. R.



EVANGELIO

Mt 22, 34-40

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?". Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Éste es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".

Palabra del Señor.



Comentario

¿Cómo debemos interpretar toda la Biblia? ¿Qué es lo más importante cuando la leemos? Jesús toma dos preceptos que están en el Antiguo Testamento y que son clave de interpretación: amar a Dios y al prójimo. Cada párrafo de la Biblia está ensanchando nuestro corazón para crecer en el amor a Dios y a los hermanos y hermanas. Si lo que leemos nos mueve a este amor, podemos tener la tranquilidad de que estamos interpretando bien el mensaje.

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