jueves, 29 de julio de 2010

Santa Marta. (MO). Blanco.

El evangelio dice que Jesús amaba a Marta, a María y a su hermano Lázaro (Jn 11, 5). Marta aparece siempre en la actitud del servicio, atendiendo a Jesús y a la comunidad en las comidas. Por eso vemos en ella a una de las primeras diaconisas (recordemos que en el idioma griego en que está escrito el evangelio servicio se dice "diaconía"). Además de Pedro, ella es la otra persona de la comunidad que reconoce que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios (Jn 11, 27). Es la santa patrona de las empleadas de servicio doméstico y de las amas de casa.

LECTURA

1Jn 4, 7-16

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.

Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Queridos hermanos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros es que nos ha comunicado su Espíritu. Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo. El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece en él. Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él.

Palabra de Dios.



Comentario

"Dios amó primero", y nuestra vida es respuesta a su amor. Cada cosa que hacemos, que pensamos, que vivimos, ha de ser una respuesta de amor a su amor generoso.



SALMO

Sal 33, 2-11

R. Bendeciré al Señor en todo tiempo. O bien: ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.

Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su nombre todos juntos. Busqué al Señor: Él me respondió y me libró de todos mis temores. R.

Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

El Ángel del Señor acampa en torno de sus fieles y los libra. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en él se refugian! R.

Teman al Señor, todos sus santos, porque nada faltará a los que le temen. Los ricos se empobrecen y sufren hambre, pero los que buscan al Señor no carecen de nada. R.



EVANGELIO

Jn 11, 19-27

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas". Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?". Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".

Palabra del Señor.



Comentario

"Como muy bien señala R. Brown en su obra, la única vez, fuera de este pasaje, que en los evangelios aparece esta profesión de fe tan categórica, es en la confesión de Pedro en Cesarea (Mt 16, 16). Este evangelio, poniendo las mismas palabras en boca de una mujer, nos está mostrando que lo importante no es el cargo o la función eclesial, sino la adhesión de corazón, por medio de la fe, a Jesús Salvador" (M. Gloria Ladislao, Las mujeres en la Bibila).

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