lunes, 24 de junio de 2013

Nacimiento de san Juan Bautista. (S). Blanco.
La Iglesia celebra normalmente la fiesta de los santos en el día de su nacimiento a la vida eterna, que es el día de su muerte. En el caso de san Juan Bautista, se hace una excepción y se celebra el día de su nacimiento. El Bautista fue santificado en el vientre de su madre cuando la Virgen María, embarazada de Jesús, visitó a su prima Isabel, según el Evangelio. Esta fiesta conmemora el nacimiento "terrenal" del Precursor. Por eso, es digno de celebrarse el nacimiento, ya que es motivo de mucha alegría para todos los hombres, tener a quien corre delante para anunciar y preparar la próxima llegada del Mesías, o sea, de Jesús. Fue una de las primeras fiestas religiosas. En esta celebración, la Iglesia nos invita a recordar y a aplicar el mensaje de Juan.
LECTURA
Is 49, 1-6
Lectura del libro de Isaías.
¡Escúchenme, costas lejanas, presten atención, pueblos remotos! El Señor me llamó desde el vientre materno, desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre. Él hizo de mi boca una espada afilada, me ocultó a la sombra de su mano; hizo de mí una flecha punzante, me escondió en su aljaba. Él me dijo: "tú eres mi Servidor, Israel, por ti yo me glorificaré". Pero yo dije: "En vano me fatigué, para nada, inútilmente, he gastado mi fuerza". Sin embargo, mi derecho está junto al Señor y mi retribución, junto a mi Dios. Y ahora, ha hablado el Señor, el que me formó desde el vientre materno para que yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza. Él dice: "Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra".
Palabra de Dios.

Comentario
El profeta experimenta que esta vocación le ha llegado desde las entrañas de su madre. Todo su ser está abocado a esta misión. Una misión que no se limitará al propio pueblo, sino que llegará hasta los confines de la tierra. Esta es la vocación profética: anunciar a cada ser humano esta amorosa voluntad de salvación.

SALMO
Sal 138, 1-3. 13-15
R. Te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable.
Señor, tú me sondeas y me conoces, tú sabes si me siento o me levanto; de lejos percibes lo que pienso, te das cuenta si camino o si descanso, y todos mis pasos te son familiares. R.
Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el vientre de mi madre: te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable. ¡Qué maravillosas son tus obras! R.
Tú conocías hasta el fondo de mi alma y nada de mi ser se te ocultaba, cuando yo era formado en lo secreto, cuando era tejido en lo profundo de la tierra. R.

SEGUNDA LECTURA
Hech 13, 22-26
Lectura de los Hechos de los apóstoles.
En la sinagoga de Antioquia de Pisidia, Pablo decía: "Dios suscitó para nuestros padres como rey a David, de quien dio este testimonio: 'He encontrado en David, el hijo de Jesé, a un hombre conforme a mi corazón, que cumplirá siempre mi voluntad'. De la descendencia de David, como lo había prometido, Dios hizo surgir para Israel un Salvador, que es Jesús. Como preparación a su venida, Juan Bautista había predicado un bautismo de penitencia a todo el pueblo de Israel; y al final de su carrera, Juan Bautista decía: 'Yo no soy el que ustedes creen, pero sepan que después de mí viene Aquél a quien yo no soy digno de desatar las sandalias'. Hermanos, este mensaje de salvación está dirigido a ustedes: los descendientes de Abraham y los que temen a Dios".
Palabra de Dios.

Comentario
Juan predicó un mensaje de conversión. Él y todos los profetas nos llaman a la revisión de vida y al cambio. Porque para hacer lugar a Dios, que llega a nuestra vida, es necesario dejar nuestros viejos criterios y nuestros anquilosados esquemas.

EVANGELIO
Lc 1, 57-66. 80
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan". Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre". Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Éste pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados, y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.
Palabra del Señor.

Comentario
El nombre Juan (Yohanan, en hebreo) significa "Dios favorece", "Dios hace una gracia". Esta gracia no fue simplemente para dar una alegría a Zacarías e Isabel, ya ancianos y que no tenían hijos. Esta gracia, este regalo, fue para todo el pueblo que esperaba la salvación de parte de Dios. Nace un profeta, una voz que habla la palabra de Dios para todas las gentes.

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