jueves, 30 de mayo de 2013

De la feria. Verde.
LECTURA
Ecli 42, 15-25
Lectura del libro del Eclesiástico.
Ahora voy a recordar las obras del Señor; lo que yo he visto, lo voy a relatar: por las palabras del Señor existen sus obras. El sol resplandeciente contempla todas las cosas, y la obra del Señor está llena de su gloria. No ha sido posible a los santos del Señor relatar todas sus maravillas, las que el Señor todopoderoso estableció sólidamente para que el universo quedara afirmado en su gloria. Él sondea el abismo y el corazón, y penetra en sus secretos designios, porque el Altísimo posee todo el conocimiento y observa los signos de los tiempos. Él anuncia el pasado y el futuro, y revela las huellas de las cosas ocultas: ningún pensamiento se le escapa, ninguna palabra se le oculta. Él dispuso ordenadamente las grandes obras de su sabiduría, porque existe desde siempre y para siempre; nada ha sido añadido, nada ha sido quitado, y él no tuvo necesidad de ningún consejero. ¡Qué deseables son todas sus obras! ¡Y lo que vemos es apenas una chispa! Todo tiene vida y permanece para siempre, y todo obedece a un fin determinado. Todas las cosas van en pareja, una frente a otra, y él no ha hecho nada incompleto: una cosa asegura el bien de la otra. ¿Quién se saciará de ver su gloria?
Palabra de Dios.

Comentario
Simplemente, contemplemos lo que nos rodea. No solo la naturaleza. También cada una de las buenas y grandes obras de los hombres. Todo tiene a Dios como autor y sostén. Y eso nos maravilla y nos llena el alma.

SALMO
Sal 32, 2-9
R. La palabra del Señor hizo el cielo.
Alaben al Señor con la cítara, toquen en su honor el arpa de diez cuerdas; entonen para él un canto nuevo, toquen con arte, profiriendo aclamaciones. R.
Porque la palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor. R.
La palabra del Señor hizo el cielo, y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales; él encierra en un cántaro las aguas del mar y pone en un depósito las olas del océano. R.
Que toda la tierra tema al Señor, y tiemblen ante él los habitantes del mundo; porque él lo dijo, y el mundo existió, él dio una orden, y todo subsiste. R.

EVANGELIO
Mc 10, 46-52
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!". Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!". Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Ánimo, levántate! Él te llama". Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". Él le respondió: "Maestro, que yo pueda ver". Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
Palabra del Señor.

Comentario
¿Somos capaces de escuchar a quienes gritan "al borde del camino", los que son marginados, los que están apartados de la vida social y religiosa? ¿No cerramos los oídos cuando gritan los que están desesperados por ser parte de un proyecto? Y sería aún mucho peor si nos contamos, como estos discípulos, entre quienes "les tapan la boca" a quienes gritan.

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