La Presentación del Señor. (F). Blanco.
Según
el libro de los Números 18, 15, presentar al primogénito de cada
familia en el Templo del Señor era tradición en Israel. Junto con esta
práctica, había una norma que obligaba a la madre a llevar una ofrenda
de purificación. Estos dos acontecimientos se conmemoran hoy. "Aunque
esta fiesta del 2 de febrero cae fuera del tiempo de Navidad, es una
parte integrante del relato de Navidad. Es una chispa de fuego de
Navidad, es una epifanía del día cuadragésimo. Navidad, Epifanía,
Presentación del Señor son tres paneles de un tríptico litúrgico".
LECTURA
Mal 3, 1-4
Lectura de la profecía de Malaquías.
Así
habla el Señor Dios: Yo envío a mi mensajero, para que prepare el
camino delante de mí. Y en seguida entrará en su Templo el Señor que
ustedes buscan; y el Ángel de la alianza que ustedes desean ya viene,
dice el Señor de los ejércitos. ¿Quién podrá soportar el Día de su
venida? ¿Quién permanecerá de pie cuando aparezca? Porque él es como el
fuego del fundidor y como la lejía de los lavanderos. Él se sentará para
fundir y purificar: purificará a los hijos de Leví y los depurará como
al oro y la plata; y ellos serán para el Señor los que presentan la
ofrenda conforme a la justicia. La ofrenda de Judá y de Jerusalén será
agradable al Señor, como en los tiempos pasados, como en los primeros
años.
Palabra de Dios.
Comentario
Según
el profeta, Dios prepara al pueblo para un juicio, en el cual se
descubrirá la verdad y la justicia en todo el mundo. Jesús entra hoy al
Templo para comenzar a desarrollar ese juicio, que terminará de
manifestarse en el fin de la historia.
SALMO
Sal 23, 7-10
R. El Rey de la gloria es el Señor de los ejércitos.
¡Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria! R.
¿Y quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor, el fuerte, el poderoso, el Señor poderoso en los combates. R.
¡Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria! R.
¿Y quién es ese Rey de la gloria? El Rey de la gloria es el Señor de los ejércitos. R.
SEGUNDA LECTURA
Heb 2, 14-18
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos:
Ya que los hijos tienen una misma sangre una misma carne, Jesús también
debía participar de esa condición, para reducir a la impotencia,
mediante su muerte, a aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir,
al diablo, y liberar de este modo a todos los que vivían completamente
esclavizados por el temor de la muerte. Porque él no vino para socorrer a
los ángeles, sino a los descendientes de Abraham. En consecuencia,
debió hacerse semejante en todo a sus hermanos, para llegar a ser un
Sumo Sacerdote misericordioso y fiel en el servicio de Dios, a fin de
expiar los pecados del pueblo. Y por haber experimentado personalmente
la prueba y el sufrimiento, él puede ayudar a aquéllos que están
sometidos a la prueba.
Palabra de Dios.
Comentario
Jesús
es total y plenamente humano. Como judío y miembro del pueblo de
Israel, fue llevado por sus padres de acuerdo con los rituales y
tradiciones de entonces. Viviendo esa humanidad es que luego sufrirá la
tortura y la muerte.
EVANGELIO
Lc 2, 22-40
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando
llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación de ellos,
llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está
escrito en la Ley: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor".
También debían ofrecer en Sacrificio un par de tórtolas o de pichones de
paloma, como ordena la Ley del Señor. Vivía entonces en Jerusalén un
hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo
de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no
moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo
Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño
para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus
brazos y alabó a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, puedes dejar que tu
servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto
la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para
iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". [Su padre
y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón,
después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de
caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de
contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se
manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos". Había
también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de
Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había
vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda,
y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a
Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo
momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a
todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir
todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret,
en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y
la gracia de Dios estaba con él.]
Palabra del Señor.
Comentario
En
el momento en que la familia cumple con los rituales previstos, este
hombre y esta anciana son capaces de ver lo que otros no ven: que el
mesías ha llegado. Su esperanza ha sido colmada, lo que Dios había
prometido finalmente se cumple, el tiempo por fin ha llegado. Por eso,
este texto rebosa de alegría y fiesta: el Señor se presenta por fin en
la casa del Padre.
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