sábado, 2 de febrero de 2013

La Presentación del Señor. (F). Blanco.
Según el libro de los Números 18, 15, presentar al primogénito de cada familia en el Templo del Señor era tradición en Israel. Junto con esta práctica, había una norma que obligaba a la madre a llevar una ofrenda de purificación. Estos dos acontecimientos se conmemoran hoy. "Aunque esta fiesta del 2 de febrero cae fuera del tiempo de Navidad, es una parte integrante del relato de Navidad. Es una chispa de fuego de Navidad, es una epifanía del día cuadragésimo. Navidad, Epifanía, Presentación del Señor son tres paneles de un tríptico litúrgico".
LECTURA
Mal 3, 1-4
Lectura de la profecía de Malaquías.
Así habla el Señor Dios: Yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino delante de mí. Y en seguida entrará en su Templo el Señor que ustedes buscan; y el Ángel de la alianza que ustedes desean ya viene, dice el Señor de los ejércitos. ¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién permanecerá de pie cuando aparezca? Porque él es como el fuego del fundidor y como la lejía de los lavanderos. Él se sentará para fundir y purificar: purificará a los hijos de Leví y los depurará como al oro y la plata; y ellos serán para el Señor los que presentan la ofrenda conforme a la justicia. La ofrenda de Judá y de Jerusalén será agradable al Señor, como en los tiempos pasados, como en los primeros años.
Palabra de Dios.

Comentario
Según el profeta, Dios prepara al pueblo para un juicio, en el cual se descubrirá la verdad y la justicia en todo el mundo. Jesús entra hoy al Templo para comenzar a desarrollar ese juicio, que terminará de manifestarse en el fin de la historia.

SALMO
Sal 23, 7-10
R. El Rey de la gloria es el Señor de los ejércitos.
¡Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria! R.
¿Y quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor, el fuerte, el poderoso, el Señor poderoso en los combates. R.
¡Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria! R.
¿Y quién es ese Rey de la gloria? El Rey de la gloria es el Señor de los ejércitos. R.

SEGUNDA LECTURA
Heb 2, 14-18
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Ya que los hijos tienen una misma sangre una misma carne, Jesús también debía participar de esa condición, para reducir a la impotencia, mediante su muerte, a aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir, al diablo, y liberar de este modo a todos los que vivían completamente esclavizados por el temor de la muerte. Porque él no vino para socorrer a los ángeles, sino a los descendientes de Abraham. En consecuencia, debió hacerse semejante en todo a sus hermanos, para llegar a ser un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel en el servicio de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo. Y por haber experimentado personalmente la prueba y el sufrimiento, él puede ayudar a aquéllos que están sometidos a la prueba.
Palabra de Dios.

Comentario
Jesús es total y plenamente humano. Como judío y miembro del pueblo de Israel, fue llevado por sus padres de acuerdo con los rituales y tradiciones de entonces. Viviendo esa humanidad es que luego sufrirá la tortura y la muerte.

EVANGELIO
Lc 2, 22-40
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación de ellos, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor". También debían ofrecer en Sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". [Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos". Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.]
Palabra del Señor.

Comentario
En el momento en que la familia cumple con los rituales previstos, este hombre y esta anciana son capaces de ver lo que otros no ven: que el mesías ha llegado. Su esperanza ha sido colmada, lo que Dios había prometido finalmente se cumple, el tiempo por fin ha llegado. Por eso, este texto rebosa de alegría y fiesta: el Señor se presenta por fin en la casa del Padre.

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