viernes, 22 de febrero de 2013

La Cátedra de san Pedro, apóstol (F). Blanco.
"La Cátedra es la silla, el trono, el asiento; hace referencia al lugar desde el que se ejerce el ministerio, el encargo recibido. Pero no sólo al lugar, también hace referencia a la autoridad. Cátedra es igualmente símbolo de responsabilidad, [en la que se] (?) hace necesario el testimonio de la tradición para asegurar la voluntad fundante de Cristo. (?) La historia y la Liturgia testifican la importancia de la Cátedra de San Pedro como centro de unidad en la fe. Ya se celebró en el siglo IV, y se extendió por el mundo".
LECTURA
1Ped 5, 1-4
Lectura de la primera carta del apóstol San Pedro.
Queridos hermanos: Exhorto a los presbíteros que están entre ustedes, siendo yo presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo y copartícipe de la gloria que va a ser revelada. Apacienten el rebaño de Dios, que les ha sido confiado; velen por él, no forzada, sino voluntariamente, como lo quiere Dios; no por un interés mezquino, sino con abnegación, no pretendiendo dominar a los que les han sido encomendados, sino siendo de corazón ejemplo para el rebaño. Y cuando llegue el Jefe de los pastores, recibirán la corona imperecedera de gloria.
Palabra de Dios.

Comentario
Esta carta contrapone dos modos de ejercer la conducción en la comunidad. Por un lado, está el pastoreo hecho "a la fuerza", buscando sacar ganancia y tiranizando a la gente. Ese no es, obviamente, el modelo del Buen Pastor. Por eso, la carta exhorta a los dirigentes a que obren con buena voluntad, de corazón y cuidando amorosamente al rebaño. Pidamos esto para todos nuestros pastores.

SALMO
Sal 22, 1-6
R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estas conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por muy largo tiempo. R.

EVANGELIO
Mt 16, 13-19
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el Cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el Cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el Cielo".
Palabra del Señor.

Comentario
¡Qué hermoso diálogo de amor y reconocimiento! Simón sabe quién es Jesús y, a la vez, Jesús sabe quién es Simón. Y al reconocerse, pueden también conocer la misión que les compete. Jesús es el Mesías, el Ungido de Dios que realiza la salvación de la humanidad. Y Simón es Pedro, piedra, que debe construir el edificio de la Iglesia, formado por todos los creyentes.

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