De la feria. Verde.
LECTURA
Heb 11, 32-40
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos:
Me faltaría tiempo para hablar de los Jueces y de los Profetas que Dios
envió a su pueblo. Ellos, gracias a la fe, conquistaron reinos,
administraron justicia, alcanzaron el cumplimiento de las promesas,
cerraron las fauces de los leones, extinguieron la violencia del fuego,
escaparon del filo de la espada. Su debilidad se convirtió en vigor:
fueron fuertes en la lucha y rechazaron los ataques de los extranjeros.
Hubo mujeres que recobraron con vida a sus muertos. Unos se dejaron
torturar, renunciando a ser liberados, para obtener una mejor
resurrección. Otros sufrieron injurias y golpes, cadenas y cárceles.
Fueron apedreados, destrozados, muertos por la espada. Anduvieron
errantes, cubiertos con pieles de ovejas y de cabras, desprovistos de
todo, oprimidos y maltratados. Ya que el mundo no era digno de ellos,
tuvieron que vagar por desiertos y montañas, refugiándose en cuevas y
cavernas. Pero, aunque su fe los hizo merecedores de un testimonio tan
valioso, ninguno de ellos entró en posesión de la promesa. Porque Dios
nos tenía reservado algo mejor, y no quiso que ellos llegaran a la
perfección sin nosotros.
Palabra de Dios.
Comentario
El
autor de esta carta hace un hermoso recorrido de la fe del pueblo
durante todo el capítulo once. Y en el final, nos muestra que este
camino no es fácil, está lleno de adversidades que hay que atravesar.
Somos un pueblo peregrino que tiene una trayectoria que arranca desde
Abrahám, y todos nos sentimos compañeros de camino.
SALMO
Sal 30, 20-24
R. ¡Sean fuertes los que esperan en el Señor!
¡Qué
grande es tu bondad, Señor! Tú la reservas para tus fieles, y la
brindas a los que se refugian en ti, en la presencia de todos. R.
Tú
los ocultas al amparo de tu rostro de las intrigas de los hombres; y
los escondes en tu Tienda de campaña, lejos de las lenguas pendencieras.
R.
¡Bendito sea el Señor! Él me mostró las maravillas de su amor en el momento del peligro. ¡Qué grande es tu bondad, Señor! R.
En
mi turbación llegué a decir: "He sido arrojado de tu presencia". Pero
tú escuchaste la voz de mi súplica, cuando yo te invocaba. R.
Amen
al Señor, todos sus fieles, porque él protege a los que son leales y
castiga con severidad a los soberbios. ¡Sean fuertes los que esperan en
el Señor! R.
EVANGELIO
Mc 5, 1-20
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús
y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los
gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el
cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. Él habitaba en los
sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas
veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las
cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche,
vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose
con piedras. Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante
él, gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el
Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!". Porque Jesús le
había dicho: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!". Después le
preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". Él respondió: "Mi nombre es Legión,
porque somos muchos". Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de
aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo
en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: "Envíanos a
los cerdos, para que entremos en ellos". Él se lo permitió. Entonces los
espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y
desde lo alto del acantilado, toda la piara ?unos dos mil animales? se
precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la
noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había
sucedido. Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y
en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se
llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había
sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir
a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse,
el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse
con él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con
tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al
compadecerse de ti". El hombre se fue y comenzó a proclamar por la
región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban
admirados.
Palabra del Señor.
Comentario
Es
frecuente prestar atención a la relación de Jesús con este pobre
hombre. Pero podemos detenernos a ver otro aspecto: Jesús hizo esta
expulsión de los demonios solamente frente a sus discípulos, sin ningún
espectador. Y esto es importante porque Jesús no siempre se exponía. A
pesar de que había venido a proclamar el Reino para todos, algunos
actos, milagros o exorcismos fueron realizados solamente en el círculo
del grupo más íntimo, como un signo de que quienes quieran recibir
gracias como esas, en primer lugar, deben meditar.
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