San Juan, apóstol y evangelista (F). Blanco.
Juan
era hermano de Santiago e hijo de Zebedeo, de Betsaida, a orillas del
lago de Galilea. Participó en muchos de los eventos más significativos
de la vida de Jesús: la revivificación de la hija de Jairo, la
transfiguración y la agonía de Jesús en Getsemaní. La tradición le
atribuye la composición del cuarto evangelio. Se dice que terminó sus
días en Éfeso, junto con la Virgen María.
LECTURA
1Jn 1, 1-4
Lectura de la primera carta de san Juan.
Queridos
hermanos: Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que
hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos
tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les
anunciamos. Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos
testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y
que se nos ha manifestado. Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos
también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra
comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Escribimos esto para
que nuestra alegría sea completa.
Palabra de Dios.
Comentario
¡Qué
hermoso que cada uno de nosotros pueda repetir estas palabras y relatar
con ellas experiencias y testimonios concretos de nuestra vida! Hemos
visto estas maravillas de Dios, hemos contemplado su presencia en estos
acontecimientos, hemos palpado su amor en estas personas que son
testimonio ante el mundo? Que en este tiempo de Navidad, también
nosotros, como el apóstol, podamos contar a otros nuestra vivencia
cotidiana de Dios.
SALMO
Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12
R. Alégrense, justos, en el Señor.
¡El
Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean, la Justicia y el Derecho son la base de su
trono. R.
Las
montañas se derriten como cera delante del Señor, que es el dueño de
toda la tierra. Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos
contemplan su gloria. R.
Nace la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alégrense, justos, en el Señor y alaben su santo Nombre. R.
EVANGELIO
Jn 20, 1-8
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
El
primer día de la semana, de madrugada, María Magdalena corrió al
encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les
dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han
puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente
que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el
suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y
entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario
que había cubierto la cabeza de Jesús; éste no estaba caído con las
vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro
discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Palabra del Señor.
Comentario
El
amor no es estático ni flojo. Ante las noticias sobre el amigo, el
discípulo corre prontamente. Este es el dinamismo del amor, que nos
desinstala, nos saca del apoltronamiento y puede hacernos levantar desde
la noche y la muerte. En este amor, "inquieto" por el encuentro,
queremos vivir.
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