jueves, 27 de diciembre de 2012

San Juan, apóstol y evangelista (F). Blanco.
Juan era hermano de Santiago e hijo de Zebedeo, de Betsaida, a orillas del lago de Galilea. Participó en muchos de los eventos más significativos de la vida de Jesús: la revivificación de la hija de Jairo, la transfiguración y la agonía de Jesús en Getsemaní. La tradición le atribuye la composición del cuarto evangelio. Se dice que terminó sus días en Éfeso, junto con la Virgen María.
LECTURA
1Jn 1, 1-4
Lectura de la primera carta de san Juan.
Queridos hermanos: Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos. Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y que se nos ha manifestado. Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Escribimos esto para que nuestra alegría sea completa.
Palabra de Dios.

Comentario
¡Qué hermoso que cada uno de nosotros pueda repetir estas palabras y relatar con ellas experiencias y testimonios concretos de nuestra vida! Hemos visto estas maravillas de Dios, hemos contemplado su presencia en estos acontecimientos, hemos palpado su amor en estas personas que son testimonio ante el mundo? Que en este tiempo de Navidad, también nosotros, como el apóstol, podamos contar a otros nuestra vivencia cotidiana de Dios.

SALMO
Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12
R. Alégrense, justos, en el Señor.
¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables. Nubes y Tinieblas lo rodean, la Justicia y el Derecho son la base de su trono. R.
Las montañas se derriten como cera delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra. Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria. R.
Nace la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alégrense, justos, en el Señor y alaben su santo Nombre. R.

EVANGELIO
Jn 20, 1-8
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
El primer día de la semana, de madrugada, María Magdalena corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús; éste no estaba caído con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Palabra del Señor.

Comentario
El amor no es estático ni flojo. Ante las noticias sobre el amigo, el discípulo corre prontamente. Este es el dinamismo del amor, que nos desinstala, nos saca del apoltronamiento y puede hacernos levantar desde la noche y la muerte. En este amor, "inquieto" por el encuentro, queremos vivir.

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