De la feria. Misa del día 22. Morado.
LECTURA
1Sam 1, 19b-20. 24-28
Lectura del primer libro de Samuel.
Elcaná
se unió a su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella. Ana concibió, y a
su debido tiempo dio a luz un hijo, al que puso el nombre de Samuel,
diciendo: "Se lo he pedido al Señor". Cuando el niño dejó de mamar, lo
subió con ella, llevando además un novillo de tres años, una medida de
harina y un odre de vino, y lo condujo a la Casa del Señor en Silo. El
niño era aún muy pequeño. Y después de inmolar el novillo, se lo
llevaron a Elí. Ella dijo: "Perdón, señor mío; ¡por tu vida, señor!, yo
soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti, para orar al Señor. Era
este niño lo que yo suplicaba al Señor, y él me concedió lo que le
pedía. Ahora yo, a mi vez, se lo cedo a él: para toda su vida queda
cedido al Señor". Después se postraron delante del Señor.
Palabra de Dios.
Comentario
Ana
no acapara para sí la vida de su hijo porque sabe que se convertirá en
una alabanza para Dios. El reconocimiento y la gratitud se expresan en
la entrega y en el canto gozoso con el que ella engrandece al Señor.
SALMO
[Sal] 1Sam 2, 1. 4-8abcd
R. Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador.
Mi
corazón se regocija en el Señor, tengo la frente erguida gracias a mi
Dios. Mi boca se ríe de mis enemigos, porque tu salvación me ha llenado
de alegría. R.
El
arco de los valientes se ha quebrado, y los vacilantes se ciñen de
vigor; los satisfechos se contratan por un pedazo de pan, y los
hambrientos dejan de fatigarse; la mujer estéril da a luz siete veces, y
la madre de muchos hijos se marchita. R.
El
Señor da la muerte y la vida, hunde en el Abismo y levanta de él. El
Señor da la pobreza y la riqueza, humilla y también enaltece. R.
Él
levanta del polvo al desvalido y alza al pobre de la miseria, para
hacerlos sentar con los príncipes y darles en herencia un trono de
gloria. R.
EVANGELIO
Lc 1, 46-55
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
María
dijo: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece
de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de
su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es
santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre
aquéllos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los
soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de sus tronos, y elevó a
los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos
con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su
misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de
Abraham y de su descendencia para siempre".
Palabra del Señor.
Comentario
"María,
auténtica hija del pueblo de Israel, conoce las promesas de Dios. El
Dios de Israel cumple lo que promete porque ama y se acuerda de su
pueblo. Promete empeñando su poder y su fidelidad, suscitando en los
humildes la adhesión del corazón y la generosidad de la fe. La alegría
es grande cuando el Altísimo, interviniendo en la historia humana, viene
con su Reino de justicia y verdad" (Ocho encuentros sobre la fe,
Departamento de Pastoral Bíblica).
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