San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia (MO). -
Blanco.
Nació en Tréveris durante el año
340, en el seno de una familia romana. Su buena disposición para
solucionar contiendas hizo que el pueblo solicitara que fuera su obispo.
Así, por elección popular, fue consagrado obispo de Milán en el año
374. Se destacó en él su amor por la comunidad, que ha quedado
testificado en una gran cantidad de sermones. Su corazón fue siempre el
de un pastor atento a la vida de los fieles. Se dedicó al estudio de las
Sagradas Escrituras, y es uno de los grandes doctores de la Iglesia.
LECTURA
Is 29, 17-24
Lectura del libro de Isaías.
Así
habla el Señor: ¿No falta poco, muy poco tiempo, para que el Líbano se
vuelva un vergel y el vergel parezca un bosque? Aquel día, los sordos
oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán, libres de
tinieblas y oscuridad. Los humildes se alegrarán más y más en el Señor y
los más indigentes se regocijarán en el Santo de Israel. Porque se
acabarán los tiranos, desaparecerá el insolente, y serán extirpados los
que acechan para hacer el mal, los que con una palabra hacen condenar a
un hombre, los que tienden trampas al que actúa en un juicio, y porque
sí no más perjudican al justo. Por eso, así habla el Señor, el Dios de
la casa de Jacob, el que rescató a Abraham: En adelante, Jacob no se
avergonzará ni se pondrá pálido su rostro. Porque, al ver lo que hago en
medio de él, proclamarán que mi Nombre es santo, proclamarán santo al
Santo de Jacob y temerán al Dios de Israel. Los espíritus extraviados
llegarán a entender y los recalcitrantes aceptarán la enseñanza.
Palabra de Dios.
Comentario
"[En
el futuro anunciado por el profeta] sucede una transformación social,
porque son exterminados o excluidos los opresores, y se establece un
orden justo, que Dios garantiza personalmente. Antes de ser un orden
objetivo, es una experiencia gozosa del Santo de Israel" (Shökel-Sicre,
Profetas, Ed. Cristiandad).
SALMO
Sal 26, 1. 4. 13-14
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré? R.
Una
sola cosa he pedido al Señor, y esto es lo que quiero: vivir en la Casa
del Señor todos los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo. R.
Yo
creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.
EVANGELIO
Mt 9, 27-31
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Dos
ciegos siguieron a Jesús, gritando: "Ten piedad de nosotros, Hijo de
David". Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron, y él les
preguntó: "¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?". Ellos le
respondieron: "Sí, Señor". Jesús les tocó los ojos, diciendo: "Que
suceda como ustedes han creído". Y se les abrieron sus ojos. Entonces
Jesús los conminó: "¡Cuidado! Que nadie lo sepa". Pero ellos, apenas
salieron, difundieron su fama por toda aquella región.
Palabra del Señor.
Comentario
Imaginemos
la escena: dos hombres gritando sin cesar durante todo el camino hasta
que Jesús llega a la casa. Cualquiera ya los hubiera echado por molestos
e insistentes. Sin embargo, esa insistencia en la oración es la que
llevó a estos hombres a poder ver.
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