jueves, 27 de septiembre de 2012

San Vicente de Paúl, presbítero. (MO). Blanco.
Vicente vivió en Francia entre los años 1581 y 1660. Fue un santo verdaderamente innovador para su época. De entre sus muchas obras, podemos destacar la formación de las "Hijas de la Caridad". Estas religiosas, a diferencia de las órdenes de mujeres existentes hasta ese momento, que vivían en clausura, fueron preparadas para la atención a los más pobres y la presencia en los hospitales. Es el patrono de todas las organizaciones cristianas de caridad.
LECTURA
Ecl 1, 2-11
Lectura del libro del Eclesiastés.
¡Vanidad, pura vanidad!, dice el sabio Cohélet. ¡Vanidad, pura vanidad! ¡Nada más que vanidad! ¿Qué provecho saca el hombre de todo el esfuerzo que realiza bajo el sol? Una generación se va y la otra viene, y la tierra siempre permanece. El sol sale y se pone, y se dirige afanosamente hacia el lugar de donde saldrá otra vez. El viento va hacia el sur y gira hacia el norte; va dando vueltas y vueltas, y retorna sobre su curso. Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al mismo lugar donde van los ríos, allí vuelven a ir. Todas las cosas están gastadas, más de lo que se puede expresar. ¿No se sacia el ojo de ver, el oído no se cansa de escuchar? Lo que fue, eso mismo será; lo que se hizo, eso mismo se hará: ¡no hay nada nuevo bajo el sol! Si hay algo de lo que dicen: "Mira, esto sí que es algo nuevo", en realidad, eso mismo ya existió muchísimo antes que nosotros. No queda el recuerdo de las cosas pasadas, ni quedará el recuerdo de las futuras en aquéllos que vendrán después.
Palabra de Dios.
Comentario
¿Este hombre que escribe es un escéptico? ¿Le da lo mismo cualquier cosa? ¿Ha abandonado la esperanza, el espíritu crítico, sin esperar nunca nada nuevo? Justamente, con sus palabras, nos hace pensar en lo pasajero de la vida, en la fragilidad de todo, en que cada cosa que vemos no tiene valor por sí misma. Es un modo de relativizar la realidad frente a un mundo que absolutiza cada cosa otorgándole a veces una condición divina.
SALMO
Sal 89, 3-6. 12-14. 17
R. ¡Tú eres nuestro refugio, Señor!
Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, con sólo decirles: "Vuelvan, seres humanos". Porque mil años son ante tus ojos como el día de ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche. R.
Tú los arrebatas, y son como un sueño, como la hierba que brota de mañana: por la mañana brota y florece, y por la tarde se seca y se marchita. R.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría. ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores. R.
Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra vida. Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor; que el Señor, nuestro Dios, haga prosperar la obra de nuestras manos. R.
EVANGELIO
Lc 9, 7-9
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que Jesús hacía y enseñaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado". Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado". Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo.
Palabra del Señor.
Comentario
Jesús se presenta desconcertante; ¿quién es? ¿qué dice? No sabemos si Herodes busca la verdad o es un curioso, o si busca eliminar todo resto de resistencia como lo hizo con el bautista. Cualquiera de estas posturas es posible, y es probable encontrarlas en tantos hombres y mujeres frente a las palabras de Jesús. Querer escuchar a quien tiene un discurso distinto a veces es simplemente tener una excusa para sacarlo del medio.

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