viernes, 14 de septiembre de 2012

La Exaltación de la Santa Cruz. (F). Rojo.
Según una antigua tradición, santa Helena, madre del emperador Constantino, descubrió en Jerusalén los restos de la cruz de Cristo un 14 de septiembre. A partir de ese hallazgo, en el año 335 mandó a construir un templo en el monte Calvario. La cruz ha sido siempre señal distintiva de los cristianos, porque nos recuerda el inmenso amor de Jesús por toda la humanidad.
LECTURA
Núm 21, 4b-9
Lectura del libro de los Números.
En el camino por el desierto, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!". Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes". Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le dijo: "Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un mástil. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará sano". Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un mástil. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba sano.
Palabra de Dios.
Comentario
Las serpientes aparecieron en el momento de la murmuración. Cuando el pueblo se dejó llevar por las habladurías venenosas, fue entonces cuando estas aparecieron. La serpiente de bronce que hace Moisés está simbolizando que en el mismo instrumento de muerte, Dios puede hacer surgir la vida.
SALMO
Sal 77, 1-2. 34-38
R. No olviden las proezas del Señor.
Pueblo mío, escucha mi enseñanza, presta atención a las palabras de mi boca: yo voy a recitar un poema, a revelar enigmas del pasado. R.
Cuando los hacía morir, lo buscaban y se volvían a él ansiosamente: recordaban que Dios era su roca, y el altísimo, su libertador. R.
Pero lo elogiaban de labios para afuera y mentían con sus lenguas; su corazón no era sincero con él y no eran fieles a su alianza. R.
El Señor, que es compasivo, los perdonaba en lugar de exterminarlos; una y otra vez reprimió su enojo y no dio rienda suelta a su furor. R.
SEGUNDA LECTURA
Flp 2, 6-11
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos.
Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: "Jesucristo es el Señor".
Palabra de Dios.
Comentario
El mismo Dios ha asumido y experimentado el dolor humano. Desde Cristo, nuestra fe está puesta en un Dios que sabe en carne propia lo que es sufrir. Y por eso puede acompañarnos.
EVANGELIO
Jn 3, 13-17
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús dijo: "Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él".
Palabra del Señor.
Comentario
Como murmuró el pueblo en el desierto, así también muchas veces nuestras palabras son veneno y son murmuración rastrera, comentarios inoportunos. Dios quiere prevenirnos de estas malas actitudes, de todo lo bajo y vil desea librarnos. No desea que nos envenenemos con nuestro propio mal. Podría juzgarnos y condenarnos por nuestro pecado, pero prefiere apiadarse. Y en la cruz nos da el signo de su amor por cada uno y por todo el mundo.

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