sábado, 13 de agosto de 2011

Misa a elección. Feria. Verde. - Santos Ponciano e Hipólito, mártires. (ML). Rojo.

Estos santos pasaron varios años de su vida enfrentados entre sí, hasta que la fe en Cristo los llevó a unirse nuevamente. Hipólito, que era un sacerdote y teólogo de renombre, se había constituido como cabeza de una comunidad disidente. Su oposición a la Iglesia hizo que fuera deportado a Cerdeña por el Papa Ponciano. En ese momento sobrevino la persecución del emperador Maximino, y se produjeron las circunstancias que llevaron a que Hipólito y Ponciano se encontraran nuevamente. Hipólito depuso su actitud rebelde y se reconcilió con la Iglesia. Apresados ambos por ser cristianos, fueron sometidos a trabajos forzados, y murieron como mártires de Cristo.

LECTURA

Jos 24, 14-29

Lectura del libro de Josué.

Josué habló al pueblo diciendo: "Teman al Señor y sírvanlo con integridad y lealtad; dejen de lado a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del Río y en Egipto, y sirvan al Señor. Y si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremos al Señor". El pueblo respondió: "Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses. Porque el Señor, nuestro Dios, es el que nos hizo salir de Egipto, de ese lugar de esclavitud, a nosotros y a nuestros padres, y el que realizó ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios. Él nos protegió en todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por donde pasamos. Además, el Señor expulsó delante de nosotros a todos esos pueblos y a los amorreos que habitaban en el país. Por eso, también nosotros serviremos al Señor, ya que él es nuestro Dios". Entonces Josué dijo al pueblo: "Ustedes no podrán servir al Señor, porque él es un Dios santo, un Dios celoso, que no soportará ni las rebeldías ni los pecados de ustedes. Si abandonan al Señor para servir a dioses extraños, él, a su vez, los maltratará y los aniquilará, después de haberles hecho tanto bien". Pero el pueblo respondió a Josué: "No; nosotros serviremos al Señor". Josué dijo al pueblo: "Son testigos contra ustedes mismos, de que han elegido al Señor para servirlo". "Somos testigos", respondieron ellos. Josué replicó: "Entonces dejen de lado los dioses extrañes que hay en medio de ustedes, e inclinen sus corazones al Señor, el Dios de Israel". El pueblo respondió a Josué: "Nosotros serviremos al Señor, nuestro Dios, y escucharemos su voz". Aquel día Josué estableció una alianza para el pueblo, y les impuso una legislación y un derecho, en Siquém. Después puso por escrito estas palabras en el libro de la Ley de Dios. Además tomó una gran piedra y la erigió allí, al pie de la encina que está en el Santuario del Señor. Josué dijo a todo el pueblo: "Miren esta piedra: ella será un testigo contra nosotros, porque ha escuchado todas las palabras que nos ha dirigido el Señor; y será un testigo contra ustedes, para que no renieguen de su Dios". Finalmente, Josué despidió a todo el pueblo, y cada uno volvió a su herencia. Después de un tiempo, Josué, hijo de Nun, el servidor del Señor, murió a la edad de ciento diez años.

Palabra de Dios.



Comentario

"A partir del versículo 14 es Josué quien habla, exhortando al pueblo a la fidelidad a Yavé. Josué habla a partir de la autoridad basada en el testimonio y en el ejemplo de vida. En su discurso no manifiesta poder ni violencia. Dice que el pueblo debe decidir a quien servir: a Yavé o a otros dioses. Concluye: 'Yo y mi familia serviremos a Yavé'. El pueblo reafirma su compromiso con Yavé: 'Nosotros serviremos a Yavé'. Los estatutos y mandamientos, exigencias concretar a partir del compromiso del pueblo, son elaborados y leídos. Como señal de esa alianza se erige una piedra como testimonio, que marca el compromiso asumido por las tribus delante de Yavé" (Conf. de Religiosos de Brasil, Camino y memoria del pueblo de la Biblia).



SALMO

Sal 15, 1-2. 5. 7-8. 11

R. ¡Tú eres mi herencia, Señor!

Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti. Yo digo al Señor: "Señor, tú eres mi bien". El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte! R.

Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.

Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha. ¡Tú eres mi herencia, Señor! R.



EVANGELIO

Mt 19, 13-15

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Trajeron a unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: "Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos". Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.

Palabra del Señor.



Comentario

¿Quiénes traían a estos niños ante Jesús? El texto no lo dice, pero probablemente fueran sus madres. ¿Y por qué los discípulos retan a estas personas? Tal vez ellos pensaban que un maestro tan importante como Jesús no podía andar perdiendo el tiempo con niños que ni siquiera entendían su mensaje. Pero Jesús no pone barreras para quienes quieren acercarse a El, niños o grandes, doctos o ignorantes; para él no hay personas más dignas que otras. Pongamos atención para que no nos ocurra como a los discípulos y nos creamos con autoridad para decidir quién puede o no acercarse a Jesús.

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