martes, 26 de julio de 2011

Santos Joaquín y Ana, - padres de la Virgen María. (MO). Blanco.

San Joaquín y santa Ana fueron los padres de la Virgen María, los abuelos de Jesús. Celebrarlos hoy nos descubre otro aspecto de la Encarnación: Jesús se crió en una familia "de carne y hueso" y recibió los mimos y los cuidados que un niño recibe de sus padres, sus abuelos y parientes. El Protoevangelio de Santiago (un texto no canónico) presenta a Joaquín y Ana como un matrimonio que vivía de acuerdo a la Ley de Dios y confiando en sus promesas.

LECTURA

Ecli 44, 1. 10-15

Lectura del libro del Eclesiástico.

Elogiemos a los hombres ilustres, a los antepasados de nuestra raza, los hombres de bien, cuyas obras de justicia no han sido olvidadas. Con su descendencia se perpetúa la rica herencia que procede de ellos. Su descendencia fue fiel a las alianzas, y también sus nietos, gracias a ellos. Su descendencia permanecerá para siempre, y su gloria no se extinguirá. Sus cuerpos fueron sepultados en paz, y su nombre sobrevive a través de las generaciones. Los pueblos proclaman su sabiduría, y la asamblea anuncia su alabanza.

Palabra de Dios.



Comentario

La fiesta de hoy es una buena ocasión para recordar a los hombres y mujeres ilustres en la fe que nos han precedido. Muy particularmente, si hay personas de nuestra familia que fueron quienes nos iniciaron en el camino de la fe ?padres, abuelos? demos gracias a Dios por esa fecundidad de sus vidas.



SALMO

Sal 131, 11. 13-14. 17-18

R. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.

El Señor hizo un juramento a David, una firme promesa, de la que no se retractará: "Yo pondré sobre tu trono a uno de tus descendientes". R.

Porque el Señor eligió a Sión, y la deseó para que fuera su Morada. "Este es mi reposo para siempre; aquí habitaré, porque lo he deseado". R.

"Allí haré germinar el poder de David: prepararé una lámpara para mi Ungido; cubriré de vergüenza a sus enemigos, y su insignia real florecerá sobre él". R.



EVANGELIO

Mt 13, 16-17

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jesús dijo a sus discípulos: "Felices los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, por que oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron".

Palabra del Señor.



Comentario

Joaquín y Ana confiaban en las promesas de Dios y vieron al salvador. ¡Dichosos sus ojos! Y dichosos nosotros también, porque sabemos muy bien que no basta con mirar para ver las maravillas de Dios. De hecho, muchos vieron a Jesús con sus ojos y no reconocieron en él al salvador. Sólo los ojos de la fe nos dan la posibilidad de encontrar los signos de Dios en las cosas que vemos todos los días.

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