martes, 28 de junio de 2011

San Ireneo, obispo y mártir. (MO). Rojo.

Obispo de Lyon en el siglo III, fue un gran evangelizador de la Galia, en tiempos de conflictos y persecuciones. Por su cercanía temporal con la iglesia primitiva (fue discípulo de Policarpo, a quien a su vez se le atribuye haber sido discípulo de Juan), sus escritos son un excelente testimonio de la fe y la vida cristiana de los primeros tiempos.

LECTURA

Gn 19, 15-29

Lectura del libro del Génesis.

Cuando el Señor decidió destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra, los ángeles instaron a Lot, diciéndole: "¡Vamos! Saca a tu mujer y a tus dos hijas que están aquí, para que no seas aniquilado cuando la ciudad reciba su castigo". Como él no salía de su asombro, los hombres lo tomaron de la mano, lo mismo que a su esposa y a sus dos hijas, y lo sacaron de la ciudad para ponerlo fuera de peligro, porque el Señor tuvo compasión de él. Después que lo sacaron, uno de ellos dijo: "Huye, si quieres salvar la vida. No mires hacia atrás, ni te detengas en ningún lugar de la región baja. Escapa a las montañas, para no ser aniquilado". Lot respondió: "No, por favor, Señor mío. Tú has sido bondadoso con tu servidor y me has demostrado tu gran misericordia, salvándome la vida. Pero yo no podré huir a las montañas, sin que antes caigan sobre mí la destrucción y la muerte. Aquí cerca hay una ciudad ?es una población insignificante? donde podré refugiarme. Deja que me quede en ella, ya que es tan pequeña, y así estaré a salvo". Entonces él le respondió: "Voy a complacerte una vez más: no destruiré la ciudad de la que hablas. Pero apúrate; refúgiate en ella, porque no podré hacer nada hasta que llegues allí". Por eso la ciudad recibió el nombre de Soar, que significa "pequeño poblado". Cuando el sol comenzó a brillar sobre la tierra, Lot entró en Soar. Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego que descendían del cielo. Así destruyó esas ciudades y toda la extensión de la región baja, junto con los habitantes de las ciudades y la vegetación del suelo. Y como la mujer de Lot miró hacia atrás, quedó convertida en una columna de sal. A la madrugada del día siguiente, Abraham regresó al lugar donde había estado en la presencia del Señor. Cuando dirigió su mirada hacia Sodoma, Gomorra y toda la extensión de la región baja, vio un humo que subía de la tierra, como el humo de un horno. Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la región baja, se acordó de Abraham, librando a Lot de la catástrofe con que arrasó las ciudades donde él había vivido.

Palabra de Dios.



Comentario

Es fundamental entender que no podemos hacer una lectura literal de este texto. El relato es una enseñanza moral, en un género de novela. La intención es cuidar al pueblo de perversiones sexuales y de situaciones de discriminación que se daban en las ciudades de Sodoma y Gomorra. En definitiva, el pueblo tendrá que seguir el camino de una vida sana e inclusiva.



SALMO

Sal 25, 2-3. 9-12

R. ¡Tu amor está siempre ante mis ojos, Señor!

Examíname, Señor, y pruébame, sondea hasta lo más íntimo de mi ser; porque tu amor está siempre ante mis ojos, y yo camino en tu verdad. R.

No me incluyas entre los pecadores ni entre los hombres sanguinarios: ellos tienen las manos llenas de infamia, y su derecha está repleta de sobornos. R.

Yo, en cambio, procedo íntegramente: líbrame y concédeme tu gracia. Mis pies están firmes sobre el camino llano, y en la asamblea bendeciré al Señor. R.



EVANGELIO

Mt 8, 23-27

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: "¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!". Él les respondió: "¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?". Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: "¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?".

Palabra del Señor.



Comentario

¡Cuántas tormentas hemos atravesado en nuestras vidas! Y en esos momentos hemos sentido y reconocido la presencia de Jesús. Él siempre estará con nosotros. Las nubes, las grandes olas y los miedos personales, no podrán nunca apartarlo de nosotros.

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