sábado, 11 de junio de 2011

San Bernabé, apóstol. (MO). Rojo.

Bernabé recibe el título de apóstol, aunque no haya sido designado por Jesús. La Iglesia le reconoció este ministerio del apostolado, ya que él fue enviado a evangelizar y pastorear iglesias. Bernabé ya era cristiano cuando se produjo la conversión de San Pablo, y tuvo un importante rol para lograr que la iglesia aceptara a este antiguo perseguidor. San Pablo y San Bernabé hicieron juntos dos viajes apostólicos.

LECTURA

Hech 28, 16-20. 30-31

Lectura de los Hechos de los apóstoles.

Cuando llegamos a Roma, Pablo recibió autorización para alojarse en una casa particular con un soldado que lo custodiara. Tres días después convocó a los judíos principales, y cuando se reunieron les dijo: "Hermanos, sin haber hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres de nuestros padres, fui arrestado en Jerusalén y puesto en manos de los romanos. Después de interrogarme, quisieron dejarme en libertad, porque no encontraban en mí nada que mereciera la muerte; pero ante la oposición de los judíos, me vi obligado a apelar al Emperador, sin querer por esto acusar en nada a mi pueblo. Por eso he querido verlos y hablarles, ya que a causa de la esperanza de Israel llevo estas cadenas". Pablo vivió dos años enteros por sus propios medios, recibiendo a todos los que querían verlo, predicando el Reino de Dios, y enseñando con toda libertad y sin encontrar ningún obstáculo en lo concerniente al Señor Jesucristo.

Palabra de Dios.



Comentario

El libro de los Hechos concluye con San Pablo cumpliendo arresto domiciliario en Roma. Este encierro no fue impedimento para predicar el evangelio. Hasta allí llegan todos los que quieren interiorizarse sobre el Reino de Dios. Así como, al comenzar, el libro de los Hechos relató la venida del Espíritu Santo sobre la comunidad reunida en una casa, toda la narración termina también en una casa. En la casa, el ámbito de la vida cotidiana y de las relaciones fraternas, hace su obra el Espíritu de Dios.



SALMO

Sal 10, 4-5. 7

R. ¡Los que son rectos verán tu rostro, Señor! O bien: Aleluya.

El Señor está en su santo Templo, el Señor tiene su trono en el cielo. Sus ojos observan el mundo, sus pupilas examinan a los hombres. R.

El Señor examina al justo y al culpable, y odia al que ama la violencia. Porque el Señor es justo y ama la justicia, y los que son rectos verán su rostro. R.



EVANGELIO

Jn 21, 19-25

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Jesús resucitado había anunciado con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?". Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: "Señor, ¿y qué será de éste?". Jesús le respondió: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa? Tú sígueme". Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: "Él no morirá", sino: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?". Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relatara detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían.

Palabra del Señor.



Comentario

Jesús dice de este discípulo: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida?" Con esto, alude a un verbo que se usa muchas veces en el evangelio de Juan: permanecer. Permanecer, en la teología propia de este evangelio, no es algo estático, sino que implica una relación dinámica y vital, como la savia que corre y hace que los sarmientos permanezcan unidos a la vid. Eso es lo que Jesús quiere para todos sus discípulos y discípulas: que nos mantengamos así, vital y dinámicamente unidos a él y dando buenos frutos.

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