sábado, 19 de marzo de 2011

San José, esposo de la Virgen María. (S). Blanco.

Muy pocos datos nos brinda el evangelio sobre san José. Sabemos que era descendiente de la familia de David y carpintero de profesión. Se lo designa como un varón justo, es decir, un buen judío que vivía de acuerdo a la ley de Dios y a la tradición religiosa de su pueblo. El evangelio no lo menciona durante la vida adulta de Jesús, por lo cual una antigua tradición supone que había muerto antes de que Jesús iniciara su ministerio. Es patrono de la iglesia, de los padres, de tesoreros, de procuradores y de los trabajadores.

LECTURA

2Sam 7, 4-5. 12-14. 16

Lectura del segundo libro de Samuel.

En aquellos días, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: "Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: 'Cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. Él edificará una casa para mi nombre, y yo afianzaré para siempre su trono real. Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre'".

Palabra de Dios.



Comentario

La casa de David reinó durante muchos años sobre el pueblo de Israel. Pero ya no reinaba más en tiempos de Jesús, en que el país había sido ocupado por los romanos. ¿Cómo comprender, entonces, que habría un reino para siempre? Ese reino de Dios trae el niño que nacerá, y que José aceptará como propio, incorporándolo a la casa de David.



SALMO

Sal 88, 2-3. 4-5. 27. 29

R. Su descendencia permanecerá para siempre.

Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones. Porque tú has dicho: "Mi amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo". R.

Yo sellé una alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: "Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones". R.

Él me dirá: "Tú eres mi padre, mi Dios, mi roca salvadora". Le aseguraré mi amor eternamente, y mi alianza será estable para él. R.

PRIMERA LECTURA

Rom 4, 13. 16-18. 22

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.

Hermanos: La promesa de recibir el mundo en herencia, hecha a Abraham y a su posteridad, no le fue concedida en virtud de la Ley, sino por la justicia que procede de la fe. Por eso, la herencia se obtiene por medio de la fe, a fin de que esa herencia sea gratuita y la promesa quede asegurada para todos los descendientes de Abraham, no sólo los que lo son por la Ley, sino también los que lo son por la fe. Porque él es nuestro padre común, como dice la Escritura: "Te he constituido padre de muchas naciones". Abraham es nuestro padre a los ojos de aquél en quien creyó: el Dios que da la vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que no existen. Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de muchas naciones, como se le había anunciado: "Así será tu descendencia". Por eso, la fe le fue tenida en cuenta para su justificación.

Palabra de Dios.



Comentario

San José fue un hombre de fe. Como Abraham y como lo antiguos patriarcas, fundó su vida en la palabra y la promesa de Dios. Su camino fue andar acorde a esa palabra. Por eso, él nos acompaña hoy en nuestro caminar.



EVANGELIO

Mt 1, 16. 18-21. 24

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Jesucristo fue engendrado así: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de todos sus pecados". Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado.

Palabra del Señor.



Comentario

"Hay una especial dignidad en José, preocupado justamente por la Ley de Dios, pero buscando también evitar la humillación pública de María. José comprende que la Ley en toda su complejidad permite un comportamiento sensible, sin necesidad de presuponer lo peor ni buscando el máximo castigo. Por eso es que puede reconciliar una profunda obediencia a la Ley con su aceptación de Jesús. La objeción a los legalistas no es que guardan exactamente la Ley de Dios, sino que no comprenden la profundidad del propósito de Dios en la Ley. La sensible descripción que hace el evangelio de un José justo y obediente a la Ley puede ayudar a dar un nuevo significado a la invocación "san José" (Raymond Brown, Cristo llega en Adviento, Ed. San Pablo).

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