sábado, 12 de marzo de 2011

Sábado después de Ceniza. Morado.

LECTURA

Is 58, 9-14

Lectura del libro de Isaías.

Así habla el Señor: Éste es el ayuno que yo amo: Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan. Reconstruirás las ruinas antiguas, restaurarás los cimientos seculares, y te llamarán "Reparador de brechas", "Restaurador de moradas en ruinas". Si dejas de pisotear el sábado, de hacer tus negocios en mi día santo; si llamas al sábado "Delicioso" y al día santo del Señor "Honorable"; si lo honras absteniéndote de traficar, de entregarte a tus negocios y de hablar ociosamente, entonces te deleitarás en el Señor; yo te haré cabalgar sobre las alturas del país y te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob, porque ha hablado la boca del Señor.

Palabra de Dios.



Comentario

Sin dudas que las palabras del profeta están dirigidas a los poderosos y poderosas de entonces, y de todos los tiempos. Ellos y ellas han de responder de sus acciones opresoras o liberadoras. Y no solo quienes han asumido un poder político, sino que es extensivo a quienes asumen cualquier tipo de poder en cualquier institución.



SALMO

Sal 85, 1-6

R. ¡Enséñame tu camino, Señor!

Inclina tu oído, Señor, respóndeme, porque soy pobre y miserable; protégeme, porque soy uno de tus fieles, salva a tu servidor que en ti confía. R.

Tú eres mi Dios: ten piedad de mí, Señor, porque te invoco todo el día; reconforta el ánimo de tu servidor, porque a ti, Señor, elevo mi alma. R.

Tú, Señor, eres bueno e indulgente, rico en misericordia con aquellos que te invocan: ¡atiende, Señor, a mi plegaria, escucha la voz de mi súplica! R.



EVANGELIO

Lc 5, 27-32

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y sus escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: "¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?". Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, para que se conviertan".

Palabra del Señor.



Comentario

Lo que para unos es salvación para otros es condenación. Mientras que Leví aceptó ser sanado, los otros entraron en una enfermedad interior. Y ambos, frente al mismo Jesús. Porque ante Jesús debemos decidir si queremos ser curados y transformar nuestra vida, o quedarnos como estamos y cerrarnos a su poder sanador.

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