domingo, 20 de marzo de 2011

Domingo 2º de Cuaresma. Morado.

PRIMERA LECTURA

Gn 12, 1-4

Lectura del libro del Génesis.

El Señor dijo a Abrám: "Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra". Abrám partió, como el Señor se lo había ordenado.

Palabra de Dios.



Comentario

La Palabra de Dios nos pone en camino. Dios habla para inyectarnos dinamismo y movimiento, y para impulsarnos hacia todo lo bueno que él nos pone por delante. Así como Abraham caminó confiando en la Palabra, así como el salmo canta que nuestra esperanza está puesta en el Señor, también nosotros caminemos afirmados en la promesa.



SALMO

Sal 32, 4-5. 18-20. 22

R. Señor, que descienda tu amor sobre nosotros.

La palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor. R.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.

Nuestra alma espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.



SEGUNDA LECTURA

2Tim 1, 8-10

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.

Querido hijo: Comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios. Él nos salvó y nos eligió con su santo llamado, no por nuestras obras, sino por su propia iniciativa y por la gracia: esa gracia que nos concedió en Cristo Jesús, desde toda la eternidad, y que ahora se ha revelado en la Manifestación de nuestro Salvador Jesucristo. Porque él destruyó la muerte e hizo brillar la vida incorruptible, mediante la Buena Noticia.

Palabra de Dios.



Comentario

La carta nos recuerda que estamos llamados a la santidad. Esa santidad es la que Jesucristo manifiesta e irradia como vida y eternidad. Que nuestra vida refleje ya hoy esa luz hacia la cual nos encaminamos.



EVANGELIO

Mt 17, 1-9

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: "Éste es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo". Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: "Levántense, no tengan miedo". Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos".

Palabra del Señor.



Comentario

Jesús se transfigura y así anticipa delante de sus discípulos la gloria que le espera. Esa imagen luminosa y radiante de Jesús nos sigue llamando y guiando. Hacia allí vamos, hacia la luz y la vida. Aún nos falta caminar por este mundo y transitar momentos oscuros y momentos de cruz. Nuestra esperanza es que, liberados de todo temor, estaremos en lo alto del monte, también nosotros, como Jesús, resplandecientes de vida.

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