lunes, 14 de marzo de 2011

De la feria. Morado.

LECTURA

Lev 19, 1-2. 11-18

Lectura del libro del Levítico.

El Señor dijo a Moisés: Habla en estos términos a toda la comunidad de Israel: Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo. Ustedes no robarán, no mentirán ni se engañarán unos a otros. No jurarán en falso por mi Nombre, porque profanarían el nombre de su Dios. Yo soy el Señor. No oprimirás a tu prójimo ni lo despojarás; y no retendrás hasta la mañana siguiente el salario del jornalero. No insultarás a un sordo ni pondrás un obstáculo delante de un ciego, sino que temerás a tu Dios. Yo soy el Señor. No cometerás ninguna injusticia en los juicios. No favorecerás arbitrariamente al pobre ni te mostrarás complaciente con el rico: juzgarás a tu prójimo con justicia. No difamarás a tus compatriotas, ni pondrás en peligro la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor. No odiarás a tu hermano en tu corazón: deberás reprenderlo convenientemente, para no cargar con un pecado a causa de él. No serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.

Palabra de Dios.



Comentario

El pueblo de Dios tiene una vocación, un llamado que sonó en el primer momento de su nacimiento: "ser santos, porque Dios es Santo". No para imitar a Dios, sino para responder a su amor. Somos un pueblo que se distingue del resto por nuestro modo de vivir, de caminar, de servir y de gobernar. Somos un pueblo que refleja la santidad de Dios. Ser un pueblo santo es reconocer y vivir nuestra propia identidad.



SALMO

Sal 18, 8-10. 15

R. ¡Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida!

La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.

Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. R.

La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.

¡Ojalá sean de tu agrado las palabras de mi boca, y lleguen hasta ti mis pensamientos, Señor, mi roca y mi redentor! R.



EVANGELIO

Mt 25, 31-46

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jesús dijo a sus discípulos: Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a éstos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver". Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?". Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo". Luego dirá a los de su izquierda: "Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron". Éstos, a su vez, le preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?". Y él les responderá: "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo". Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.

Palabra del Señor.



Comentario

"El misterio del Emmanuel, el Dios con nosotros, alcanza todos los resortes de la existencia humana. Y su punto culminante se encuentra en esta identificación de Jesús con los necesitados. Una identificación que debe evitar el riesgo de asociar rígidamente la presencia de Jesús a un grupo determinado. Se trata de una presencia fluida, que va abarcando cada nueva situación de indigencia y pobreza" (Ángel José Macín, Fraternidad y solidaridad en Mateo, Edit. San Pablo).

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