viernes, 26 de julio de 2013

Santos Joaquín y Ana, - padres de la Virgen María. (MO). Blanco.
Los evangelios canónicos no nos brindan ningún dato sobre los abuelos de Jesús. Sí, en cambio, son nombrados en el evangelio apócrifo de Santiago. La tradición cristiana los presenta como dos ancianos estériles, que piden a Dios la gracia de un hijo. En esto, Joaquín y Ana son, como varias figuras del antiguo testamento, modelo de confianza en Dios y muestra de que Dios puede obrar allí donde parece imposible. Su fiesta también nos hace tener presente toda la realidad humana de Jesús, que creció en una familia y que de niño recibió el cuidado y la ternura de sus abuelos.
LECTURA
Éx 20, 1-17
Lectura del libro del Éxodo.
Dios pronunció estas palabras: Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud. No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto, porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen; y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos. No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu Dios, porque él no dejará sin castigo al que lo pronuncie en vano. Acuérdate del día sábado para santificarlo. Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas; pero el séptimo es día de descanso en honor del Señor, tu Dios. En él no harán ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el extranjero que reside en tus ciudades. Porque en seis días el Señor hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, pero el séptimo día descansó. Por eso el Señor bendijo el día sábado y lo declaró santo. Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas una larga vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te da. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca.
Palabra de Dios.

Comentario
Así se define Dios: "el que te sacó de la esclavitud", y así deberíamos considerarlo nosotros. Es quien intervino en nuestra historia y la de nuestros familiares, amigos, nuestro pueblo y mucha gente más. Podemos hacer el ejercicio de buscar en nuestra memoria las acciones de Dios en nuestra vida. De esta manera, podremos dirigirnos a él con una acción de gracias.

SALMO
Sal 18, 8-11
R. ¡Tú tienes palabras de vida eterna, Señor!
La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.
Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. R.
La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.
Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo del panal. R.

EVANGELIO
Mt 13, 18-23
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Escuchen lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: éste es el que recibió la semilla al borde del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto. Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Éste produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno.
Palabra del Señor.

Comentario
Escuchar la Palabra parece fácil. El compromiso está en dejarla que dé fruto. Y para eso hay que tener apertura, paciencia y esperanza. Es necesario que descubramos que el fruto de la Palabra nos moviliza, nos hace crecer y cambiar. ¿Estamos dispuestos a eso?

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