lunes, 15 de septiembre de 2014

Lunes de la vigesimocuarta semana del Tiempo Ordinario. Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores. 
PRIMERA LECTURA
Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación eterna

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado.
Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 30, 2-3a. 3b-4. 5-6. 15-16. 20 
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
A ti, Señor, me acojo: 
no quede yo nunca defraudado; 
tú, que eres justo, ponme a salvo, 
inclina tu oído hacia mí. R.
Ven aprisa a librarme, 
sé la roca de mi refugio, 
un baluarte donde me salve, 
tú que eres mi roca y mi baluarte; 
por tu nombre dirígeme y guíame. R.
Sácame de la red que me han tendido, 
porque tú eres mi amparo. 
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.
Pero yo confío en ti, Señor, 
te digo: «Tú eres mi Dios.» 
En tu mano están mis azares: 
líbrame de los enemigos que me persiguen. R.
Qué bondad tan grande, Señor, 
reservas para tus fieles, 
y concedes a los que a ti se acogen 
a la vista de todos. R.
SECUENCIA
La Madre piadosa estaba junto a la cruz y lloraba mientras el Hijo pendía; cuya alma, triste y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenia.
¡Oh cuán triste y cuán aflicta se vio la Madre bendita, de tantos tormentos llena! Cuando triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena.
Y ¿cuál hombre no llorara, si a la Madre contemplara de Cristo, en tanto dolor? ¿Y quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo tormento la dulce Madre. Vio morir al Hijo amado, que rindió desamparado el espíritu a su Padre.
¡ Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo. Y que, por mi Cristo amado, mi corazón abrasado más viva en él que conmigo.
Y, porque a amarle me anime, en mi corazón imprime las llagas que tuvo en sí. Y de tu Hijo, Señora, divide conmigo ahora las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar y de veras lastimar de sus penas mientras vivo; porque acompañar deseo en la cruz, donde le veo, tu corazón compasivo.
¡Virgen de vírgenes santas!, llore ya con ansias tantas, que el llanto dulce me sea; porque su pasión y muerte tenga en mi alma, de suerte que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more de mi fe y amor indicio; porque me inflame y encienda, y contigo me defienda en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte de Cristo, cuando en tan fuerte trance vida y alma estén; porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma a su eterna gloria. Amén.


EVANGELIO
Triste contemplaba y dolorosa miraba de Hijo amado la pena

Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25-27
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
-«Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego, dijo al discípulo:
-«Ahí tienes a tu madre.»
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Palabra del Señor.

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