domingo, 7 de septiembre de 2014

Domingo de la vigesimotercera semana del Tiempo Ordinario. 
PRIMERA LECTURA
Sí no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre 

Lectura de la profecía de Ezequiel 33, 7-9
Así dice el Señor:
«A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel; cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado:
"¡Malvado, eres reo de muerte!", y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida.»

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 94, 1-2. 6-7. 8-9 
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Venid, aclamemos al Señor, 
demos vitores a la Roca que nos salva; 
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.
Entrad, postrémonos por tierra, 
bendiciendo al Señor, creador nuestro. 
Porque él es nuestro Dios, 
y nosotros su pueblo, 
el rebaño que él guía. R.
Ojalá escuchéis hoy su voz: 
«No endurezcáis el corazón como en Meribá, 
como el día de Masa en el desierto; 
cuando vuestros padres me pusieron a prueba 
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R.


SEGUNDA LECTURA
Amar es cumplir la ley, entera 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 13, 8-10
Hermanos:
A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás» y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.»
Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.

Palabra de Dios.


EVANGELIO
Si te hace caso, has salvado a tu hermano

Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.
Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

Palabra del Señor.

COMENTARIO al Evangelio del Domingo:
Por Mikel Garciandía Goñi, Capellán de San Miguel de Aralar (Navarra - España)

Si tu hermano peca...


Los cristianos ganamos o perdemos todo en el modo como nos presentamos ante el mundo. Si esa sublime verdad del Evangelio que decimos profesar es tal, se supone que nuestro modo cotidiano de funcionar será acorde al gran regalo que nos ha hecho Dios. No podemos vivir como los paganos que aún no conocen a Dios. Es un privilegio y un compromiso el ser conocedores de su Nombre y de su Voluntad (cfr. Ez 33, 7). En el capítulo 18 del Evangelio de Mateo, se ofrecen unas claves importantes para quienes decimos vivir juntos en su nombre. La Iglesia, o Ekklesía, con-vocatoria del Señor ha de mostrar otro tenor de vida.

Si amar es cumplir la ley entera (Rm 13, 10), los cristianos tenemos deuda de amor con todos, y eso incluye a los que en algún momento están en grave riesgo de morir, es decir, pecan. Somos coherederos del Reino, y por ello corresponsables unos de otros, cada uno es guardián de su prójimo (cfr. Gn 4, 9). En la comunidad cristiana debe haber resortes que detectan y abordan el cáncer del pecado, que sólo se activa con la corrección fraterna y se sana con el verdadero arrepentimiento y cambio de vida. He ahí un buen indicador de la vitalidad de nuestras comunidades. 

Si dos de vosotros se ponen de acuerdo...

Todo lo anterior presupone que por encima de las opiniones y versiones de cada uno, está la comunión de vida y de misión. Dios escucha con agrado a quienes han sido capaces de ir más allá de los intereses particulares y llegar a la concordia, a la unanimidad en su petición. Jesús nos garantiza la escucha de su Padre, pues Él está justo allí donde el egoísmo y el partidismo han sido derrotados y se le deja un espacio real a su acción.

Cristo nos quiere convencidos y convertidos, por ello nos pide que practiquemos y aceptemos la corrección fraterna (Mt 18, 15-18), y tratemos de acoger la caridad de hermanos que nos quieran lo suficiente como para denunciar en nosotros lo que empaña nuestro Bautismo. Juntos viviremos así a la Iglesia como una familia más reconocible y profética en medio de nuestro mundo. Junto con ello, nos anima a la oración comunitaria, a pedir con un solo corazón e intención (Mt 18, 19-20). Una buena pregunta para este nuevo curso pastoral, puede ser hasta qué punto en la oración comunitaria salimos de nuestros intereses y damos realmente cauce a los de Cristo.

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