martes, 7 de enero de 2014

Martes de tiempo de Navidad después de la EpifanÍa del Señor 
PRIMERA LECTURA
Epístola I de San Juan 3,22-24.4,1-6. 
Y él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. 
Su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó. 
El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. 
Queridos míos, no creáis a cualquiera que se considere inspirado: poned a prueba su inspiración, para ver si procede de Dios, porque han aparecido en el mundo muchos falsos profetas. 
En esto reconoceréis al que está inspirado por Dios: todo el que confiesa a Jesucristo manifestado en la carne, procede de Dios. 
Y todo el que niega a Jesús, no procede de Dios, sino que está inspirado por el Anticristo, por el que oísteis decir que vendría y ya está en el mundo. 
Hijos míos, sois de Dios y habéis vencido a esos falsos profetas, porque aquel que está con vosotros es más grande que el que está en el mundo. 
Ellos son del mundo, por eso hablan el lenguaje del mundo y el mundo los escucha. 
Nosotros, en cambio, somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha, pero el que no es de Dios no nos escucha. Y en esto distinguiremos la verdadera de la falsa inspiración. 

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 2,7-8.10-11. 
Voy a comunicar el decreto del Señor: 
El me ha dicho: 
«Tú eres hijo mío, yo te he engendrado hoy.

Pídeme y serán tu herencia las naciones, 
tu propiedad, los confines de la tierra.»
Pues bien, reyes, entiendan, 
recapaciten, jueces de la tierra.

Sirvan con temor al Señor, 
besen, temblando, sus pies.


EVANGELIO según San Mateo 4,12-17.23-25. 
Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. 
Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, 
para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: 
¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! 
El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz. 
A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "convertíos, porque el Reino de los Cielos está cerca". 
Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente. 
Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. 
Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. 

Palabra del Señor.

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