sábado, 9 de marzo de 2013

De la feria. Morado.
Francisca estaba casada y tenía tres hijos. Fue una mujer que se dedicó con amor a la atención de los más pobres. Para esto fundó la asociación de las Oblatas de María. Cuando quedó viuda, entró en esta comunidad de la que llegó a ser la superiora. Era una mujer de oración y fue muy sensible a la situación de la Iglesia de su tiempo. Murió el 9 de marzo de 1440.
LECTURA
Os 6, 1-6
Lectura de la profecía de Oseas.
"Vengan, volvamos al Señor: Él nos ha desgarrado, pero nos sanará; ha golpeado, pero vendará nuestras heridas. Después de dos días nos hará revivir, al tercer día nos levantará, y viviremos en su presencia. Esforcémonos por conocer al Señor: su aparición es cierta como la aurora. Vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera que riega la tierra". ¿Qué haré contigo, Efraím? ¿Qué haré contigo, Judá? Porque el amor de ustedes es como nube matinal, como el rocío que pronto se disipa. Por eso los hice pedazos por medio de los profetas, los hice morir con las palabras de mi boca, y mi juicio surgirá como la luz. Porque yo quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.
Palabra de Dios.

Comentario
Dios habla como el enamorado que ya no sabe qué hacer. "¿Qué voy a hacer contigo, Efraím? ¿Qué voy a hacer contigo, Judá?". Dios sufre por ese amor superficial, ese amor que no se compromete y es tan volátil como el rocío de la mañana. Como el enamorado, Dios espera el amor sincero y no apariencias.

SALMO
Sal 50, 3-4. 18-21ab
R. El Señor quiere amor y no sacrificios.
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.
Los sacrificios no te satisfacen; si ofrezco un holocausto, no lo aceptas: mi sacrificio es un espíritu contrito, tú no desprecias el corazón contrito y humillado. R.
Trata bien a Sión, Señor, por tu bondad; reconstruye los muros de Jerusalén. Entonces aceptarás los sacrificios rituales: las oblaciones y los holocaustos. R.

EVANGELIO
Lc 18, 9-14
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo esta parábola: Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas". En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador! Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
Palabra del Señor.

Comentario
La escena no ha pasado de moda. Hay mucha superficialidad en algunas prácticas religiosas, mucho aparentar y ostentar con orgullo tonto, y mucha hipocresía en la relación con Dios. Él está esperando que superemos todo eso y que simplemente nos presentemos ante él y le digamos con sinceridad: "Aquí estoy, Señor".

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