De la feria. Morado.
Francisca estaba
casada y tenía tres hijos. Fue una mujer que se dedicó con amor a la
atención de los más pobres. Para esto fundó la asociación de las Oblatas
de María. Cuando quedó viuda, entró en esta comunidad de la que llegó a
ser la superiora. Era una mujer de oración y fue muy sensible a la
situación de la Iglesia de su tiempo. Murió el 9 de marzo de 1440.
LECTURA
Os 6, 1-6
Lectura de la profecía de Oseas.
"Vengan,
volvamos al Señor: Él nos ha desgarrado, pero nos sanará; ha golpeado,
pero vendará nuestras heridas. Después de dos días nos hará revivir, al
tercer día nos levantará, y viviremos en su presencia. Esforcémonos por
conocer al Señor: su aparición es cierta como la aurora. Vendrá a
nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera que riega la
tierra". ¿Qué haré contigo, Efraím? ¿Qué haré contigo, Judá? Porque el
amor de ustedes es como nube matinal, como el rocío que pronto se
disipa. Por eso los hice pedazos por medio de los profetas, los hice
morir con las palabras de mi boca, y mi juicio surgirá como la luz.
Porque yo quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que
holocaustos.
Palabra de Dios.
Comentario
Dios
habla como el enamorado que ya no sabe qué hacer. "¿Qué voy a hacer
contigo, Efraím? ¿Qué voy a hacer contigo, Judá?". Dios sufre por ese
amor superficial, ese amor que no se compromete y es tan volátil como el
rocío de la mañana. Como el enamorado, Dios espera el amor sincero y no
apariencias.
SALMO
Sal 50, 3-4. 18-21ab
R. El Señor quiere amor y no sacrificios.
¡Ten
piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis
faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.
Los
sacrificios no te satisfacen; si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito, tú no desprecias el corazón
contrito y humillado. R.
Trata
bien a Sión, Señor, por tu bondad; reconstruye los muros de Jerusalén.
Entonces aceptarás los sacrificios rituales: las oblaciones y los
holocaustos. R.
EVANGELIO
Lc 18, 9-14
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Refiriéndose
a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús
dijo esta parábola: Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era
fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: "Dios mío,
te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones,
injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por
semana y pago la décima parte de todas mis entradas". En cambio el
publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar
los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Dios mío,
ten piedad de mí, que soy un pecador! Les aseguro que este último volvió
a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva
será humillado, y el que se humilla será elevado.
Palabra del Señor.
Comentario
La
escena no ha pasado de moda. Hay mucha superficialidad en algunas
prácticas religiosas, mucho aparentar y ostentar con orgullo tonto, y
mucha hipocresía en la relación con Dios. Él está esperando que
superemos todo eso y que simplemente nos presentemos ante él y le
digamos con sinceridad: "Aquí estoy, Señor".
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