martes, 15 de noviembre de 2011

Misa a elección. Feria. Verde. San Alberto Magno, - obispo y doctor de la Iglesia. (ML). Blanco.

Alberto nació en Baviera, hacia el 1206. En 1229 ingresó a la orden de los predicadores (domincos) y se destacó por su extraordinaria inteligencia, que lo llevaba a dominar todo tipo de ciencas, desde las naturales hasta las especulativas. Fue maestro de santo Tomás de Aquino y luego obispo de Ratisbona, cargo al que renunció a los dos años. Murió en Colonia el 15 de noviembre de 1280. Fue canonizado en 1931 y Pío XII lo proclamó patrono de los científicos.

LECTURA

2Mac 6, 18-31

Lectura del segundo libro de los Macabeos.

Eleazar, uno de los principales maestros de la Ley, de edad muy avanzada y de noble aspecto, fue forzado a abrir la boca para comer carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida infame, marchó voluntariamente al suplicio, después de haber escupido la carne, como deben hacerlo los que tienen el valor de rechazar lo que no está permitido comer, ni siquiera por amor a la vida. Los que presidían este banquete ritual contrario a la Ley, como lo conocían desde hacía mucho tiempo, lo llevaron aparte y le rogaron que hiciera traer carne preparada expresamente para él y que le estuviera permitido comer. Asimismo le dijeron que fingiera comer la carne del sacrificio, conforme a la orden del rey. Obrando de esa manera, se libraría de la muerte y sería tratado humanitariamente por su antigua amistad con ellos. Pero él, tomando una noble resolución, digna de su edad, del prestigio de su vejez, de sus venerables canas, de la vida ejemplar que había llevado desde su infancia y, sobre todo, de la santa legislación establecida por Dios, se mostró consecuente consigo mismo, pidiendo que lo enviaran de inmediato a la morada de los muertos. "A nuestra edad, decía, no está bien fingir. De lo contrario, muchos jóvenes creerán que Eleazar, a los noventa años, se ha pasado a las costumbres paganas. Entonces también ellos, a causa de mi simulación y de mi apego a lo poco que me resta de vida, se desviarán por culpa mía, y yo atraeré sobre mi vejez la infamia y el deshonor. Porque, aunque ahora me librara del castigo de los hombres, no podría escapar, ni vivo ni muerto, de las manos del Todopoderoso. Por eso, me mostraré digno de mi vejez entregando mi vida valientemente. Así dejaré a los jóvenes un noble ejemplo, al morir con entusiasmo y generosidad por las venerables y santas leyes". Dicho esto, se encaminó resueltamente al suplicio. Al oír estas palabras, que consideraban una verdadera locura, los que lo conducían cambiaron en crueldad la benevolencia que antes le habían demostrado. Pero él, a punto ya de morir bajo los golpes, dijo entre gemidos: "El Señor, que posee el santo conocimiento, sabe muy bien que, pudiendo librarme de la muerte, soporto crueles dolores en mi cuerpo azotado; pero mi alma los padece gustosamente por temor a él". De este modo, Eleazar dejó al morir, no sólo a los jóvenes, sino a la nación entera, su propia muerte como ejemplo de generosidad y como recuerdo de virtud.

Palabra de Dios.



Comentario

Eleazar asume su fe desde la verdad y el testimonio. No puede hacer trampas, y sabe que su vida será un testimonio para las otras generaciones. Y ni la muerte lo hace claudicar. Un hermoso legado para nosotros, para que consideremos que nuestra fe y nuestras opciones deben ser coherentes ante cualquier circunstancia y amenaza.



SALMO

Sal 3, 2-8

R. ¡Levántate, Señor, y sálvame!

Señor, ¡qué numerosos son mis adversarios, cuántos los que se levantan contra mí! ¡Cuántos son los que dicen de mí: "Dios ya no quiere salvarlo"! R.

Pero tú eres mi escudo protector y mi gloria, Tú mantienes erguida mi cabeza. Invoco al Señor en alta voz, y él me responde desde su santa Montaña. R.

Yo me acuesto y me duermo, y me despierto tranquilo porque el Señor me sostiene. No temo a la multitud innumerable, apostada contra mí por todas partes. R.



EVANGELIO

Lc 19, 1-10

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador". Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy cuatro veces más".Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".

Palabra del Señor.



Comentario

No tengamos vergüenza. Gritemos al Señor que venga a nuestra casa, que habite con nosotros, que nos salve y nos rescate de nuestro egoísmo. Que nuestra casa sea un lugar en donde el Señor se quede y descanse.

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