lunes, 15 de diciembre de 2014


Domingo de la tercera semana de Adviento. 
PRIMERA LECTURA
Desbordo de gozo con el Señor

Lectura del libro de Isaías 61,1-2a.10-11
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor. Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos. 

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54
R. Me alegro con mi Dios.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, 
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; 
porque ha mirado la humillación de su esclava. 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. R.
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: 
su nombre es santo, 
y su misericordia llega a sus fieles 
de generación en generación. R.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia. R.


SEGUNDA LECTURA
Que vuestro espíritu, alma y cuerpo sea custodiado hasta la venida del Señor 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 5,16-24
Hermanos:
Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.
No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno.
Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.
El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.

Palabra de Dios.


EVANGELIO
En medio de vosotros hay uno que no conocéis

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:
- «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas:
- «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron:
- «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
El dijo:
- «No lo soy.»
- «¿Eres tú el Profeta?»
Respondió:
- «No.»
Y le dijeron:
- «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó:
- «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
- «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió:
- «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Palabra del Señor.

COMENTARIO al Evangelio del Domingo:
Por Mikel Garciandía Goñi, Capellán de San Miguel de Aralar (Navarra - España)

En medio de vosotros hay uno...

Uno de los síntomas de que el Adviento está haciendo mella en nosotros, es el constatar que nuestra vida va estando cada vez más descentrada de nosotros mismos. El corazón se va recentrando una y otra vez en la llegada del Salvador. En nuestra vanidad solemos andar encasquillados con el “estar en medio de vosotros me corresponde a mí”, y Juan el Bautista nos da la clave de la alegría, de la fecundidad. El narcisismo del pecado original comienza su retirada. Su modo de hablar es nuevo: “en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, el que existía antes que yo” (Jn 1, 26-27). 

El Papa Francisco, en el ángelus del segundo domingo del Adviento subrayaba que la tristeza es tan resistente en nosotros porque en la tristeza uno es el protagonista, mientras que el dejarse conciliar implica desplazarnos a un lado y dejar entrar al Espíritu. Ahí reside la clave de la alegría, el yo da paso a un nosotros que aligera el equipaje y eleva el corazón. Juan sabe que Él ha llegado ya, pero que todavía no es percibido por la gente. Justamente en eso consiste su misión: ser testigo de la luz, no deslumbrar sino irradiar, no envanecerse, sino ir desvaneciéndose con su llegada. 

Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador

Un hermoso tríptico dedicado a la alegría lo forman la profecía de Isaías, el Magnificat de María y la exhortación de San Pablo a los cristianos de Tesalónica. El profeta, porque le ha sido concedida ver la acción portentosa de Dios para con el pueblo: la buena noticia que anuncia es cierta, el sufrimiento y la opresión del pueblo tiene sus días contados. La Virgen aparece como la pobre de Yahvé colmada de la Palabra de alegría grande y definitiva: se sabe la primera del nuevo pueblo que el Mesías congrega.

Por su parte San Pablo recuerda a una de las primeras comunidades cristianas que la alianza con Dios tendrá siempre plena garantía: “Dios es fiel y cumplirá sus promesas” (1 Ts 5, 24). Esa es la roca inconmovible sobre la que edificar la vida, el seguimiento y la vocación. No ser el centro, sino saber que el Amor gozoso y fiel son el sol hacia el que nos encaminamos es la fuente de toda genuina alegría. La hermana pequeña de las virtudes teologales, que es la esperanza, puede ser sanada de raíz y despertar así una alegría contagiosa y desbordante.

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