domingo, 21 de diciembre de 2014

Domingo de la cuarta semana de Adviento. 
PRIMERA LECTURA
El reino de David durará por siempre en la presencia del Señor

Lectura del segundo libro de Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16
Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán:
- «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.»
Natán respondió al rey:
- «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.»
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:
- «Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?
Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mí presencia; tu trono permanecerá por siempre .”»

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 88, 2-3. 4-5. 27 y 29 
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, 
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, 
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.
«Sellé una alianza con mí elegido, 
jurando a David, mi siervo: 
'Te fundaré un linaje perpetuo, 
edificaré tu trono para todas las edades.» R.
Él me invocará: «Tú eres mi padre, 
mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor, 
y mi afianza con él será estable. R..


SEGUNDA LECTURA
El misterio, mantenido en secreto durante siglos, ahora se ha manifestado

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 16, 25-27
Hermanos:
Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios.


EVANGELIO
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
- «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
- «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
- «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
- «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó:
-«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor.

COMENTARIO al Evangelio del Domingo:
Por Mikel Garciandía Goñi, Capellán de San Miguel de Aralar (Navarra - España)

¿Eres tú quien me va a construir una casa?


El rey David aparece este domingo del Adviento como una figura muy familiar. Por fin ha llevado adelante sus planes y es ahora el momento de ocuparse de las cosas de Dios. Con buena intención y de corazón, él quiere hacer algo por Dios, quiere construirle una casa para que habite en medio de la ciudad recién conquistada. Dios se convierte en el ilustre huésped a quien le preparamos un lugar conveniente, adecuado. David hace lo que las personas religiosas de todos los tiempos: dar a Dios lo suyo.

Pero Dios, a través del profeta Natán, revierte la situación: Sólo Dios obra, únicamente Él puede construir casas dignas y duraderas. Al hombre le toca acogerse al don y al único Donante. “ Yo te saqué... estaré contigo, daré un puesto a Israel. Tu casa y tu reino durarán por siempre”. David tendrá que reconocer que es Dios el protagonista de su historia, que él debe ser dócil para acoger un don desbordante, que abre la historia de la humanidad. Él, pero por pura gracia funda una estirpe de la que nacerá el Hijo de Dios. 

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

María es la mujer cuya actitud permite que Dios entre en la historia, en nuestra historia. Desposeída de sí misma, desasida de falsas pretensiones, y a la vez con la libertad realista de quien de veras colabora allí donde y como se la reclama. Ante el saludo se turba y se pregunta. Ante la promesa, interroga al ángel por el modo en que ella sacará adelante el proyecto de Dios, no conoce varón. Dialoga lealmente poniéndolo todo en juego, permitiendo que la Gracia abra por fin la Historia de la Salvación desde dentro de la humanidad.

Su historia queda definitivamente ligada a la de Dios, de quien es la criatura predilecta. “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38). Leemos en el Catecismo que “María no cesó de creer en el cumplimiento de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe” (n. 149). No es seducida por el falso señuelo del hacer, sino que descubre y abre para todos nosotros la vía divina del dejarse hacer, del consentir, del caer en la cuenta de que Dios se ocupa de la suerte de su pueblo y sella su Alianza a través de Jesús, el fruto bendito de la bendita María.

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