domingo, 16 de marzo de 2014

Domingo de la segunda semana de Cuaresma. 
PRIMERA LECTURA
Vocación de Abrahán, padre del pueblo de Dios

Lectura del libro del Génesis 12, 1-4a
En aquellos días, el Señor dijo a Abran:
-«Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.»
Abran marchó, como le había dicho el Señor.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 32, 4-5. 18-19. 20 y 22 
R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
La palabra del Señor es sincera, 
y todas sus acciones son leales; 
él ama la justicia y el derecho, 
y su misericordia llena la tierra. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, 
en los que esperan en su misericordia, 
para librar sus vidas de la muerte 
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor: 
él es nuestro auxilio y escudo. 
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, 
como lo esperamos de ti. R.


SEGUNDA LECTURA
Dios nos llama y nos ilumina

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 8b-10
Querido hermano:
Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio.

Palabra de Dios.


EVANGELIO
Su rostro resplandecía como el sol

Lectura del santo evangelio según san Mateo 17, 1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta.
Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
-«Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
-«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.»
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
-«Levantaos, no temáis.»
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
-«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

Palabra del Señor.

COMENTARIO al Evangelio del Domingo:
Por Mikel Garciandía Goñi, Capellán de San Miguel de Aralar (Navarra - España)

¡Qué hermoso es estar aquí!


Nuestro itinerario cuaresmal está hecho de desiertos y montes, de tentaciones y de chispazos de gloria. El Señor conoce nuestros desánimos, la incertidumbre y malestar que nos causa caminar en la niebla de nuestra tibieza personal y comunitaria. En su amor quiere sanar nuestra esperanza mostrándonos su identidad. En el versículo anterior a la escena de la transfiguración lo ha afirmado: “Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino” (Mt 16, 28). La meta de nuestro caminar consiste precisamente en alcanzar su secreto, Jesús es el Reino en persona.

Por ello, atendiendo a nuestra debilidad y nuestra necesidad de ser fortalecidos en nuestro seguimiento, actúa una vez más. “Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a un montaña alta” (Mt 17, 1). A los mismos que luego les pedirá que le acompañen en la tremenda oración del huerto de Getsemaní, les quiere fortalecer y preparar. Y lo hace enseñándoles su intimidad, su secreto. En la alianza del Sinaí, el pueblo veía subir y bajar a un solitario Moisés, cuyo rostro volvía transfigurado.

En la nueva Alianza, prepara un pueblo dispuesto a acoger el don de Dios, su gracia: “ahora, esta gracia se ha manifestado por medio del Evangelio, al aparecer nuestro Salvador Jesucristo” (2 Tim 1, 10). Jesús no es un héroe solitario. Hoy deja que sea su Padre quien hable y dé testimonio de él.

Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle

Una voz desde la nube. La voz de aquel para quien y por quien vive Jesús: el Padre. La voz que es audible por parte de aquellos que han aceptado la invitación de Jesús. “Es la invitación a alejarse del ruido de la vida diaria para sumergirse en la presencia de Dios: él quiere transmitirnos, cada día, una palabra que penetra en las profundidades de nuestro espíritu, donde discierne el bien y el mal (cf. Hb 4, 12) y fortalece la voluntad de seguir al Señor”.

La voz del Padre, su anuncio, su testimonio. Toda la gloria y la luz que vemos en su Hijo, no debe quedarse en asombro y estupor. No debe llevar a una ventajosa instalación de personas religiosas. Es gozo que anima a escucharle, a obedecerle, a bajar de la montaña y seguirle hasta Jerusalén.

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