domingo, 16 de noviembre de 2014

Domingo de la trigesimotercera semana del Tiempo Ordinario. 
PRIMERA LECTURA
Trabaja con la destreza de sus manos

Lectura del libro de los Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31
Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas.
Su marido se fía de ella, y no le faltan riquezas.
Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida.
Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos.
Extiende la mano hacia el huso, y sostiene con la palma la rueca.
Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre.
Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la que teme al Señor merece alabanza.
Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 127, 1-2. 3. 4-5
R. Dichoso el que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor 
y sigue sus caminos. 
Comerás del fruto de tu trabajo, 
serás dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda, 
en medio de tu casa; 
tus hijos, como renuevos de olivo, 
alrededor de tu mesa. R.
Ésta es la bendición del hombre 
que teme al Señor. 
Que el Señor te bendiga desde Sión, 
que veas la prosperidad de Jerusalén 
todos los días de tu vida. R.


SEGUNDA LECTURA
Que el día del Señor no os sorprenda como un ladrón

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6
En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os escriba.
Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar.
Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas,
Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.

Palabra de Dios.


EVANGELIO
Has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu Señor

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
-«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
"Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco."
Su señor le dijo:
"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
"Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos."
Su señor le dijo:
"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo:
"Señor, sabia que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo."
El señor le respondió:
"Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabias que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes."

Palabra del Señor.

COMENTARIO al Evangelio del Domingo:
Por Mikel Garciandía Goñi, Capellán de San Miguel de Aralar (Navarra - España)

Los dejó encargados de sus bienes


La vigilancia a la que se nos invita en Mt 25, 13 se trueca en el evangelio de hoy en llamada por parte de Dios a la colaboración activa con Él. Frente a la falsa imagen de Dios cultivada por los ateísmos de los dos últimos siglos, que coincide con la idea de Dios que tiene el tercer empleado de la parábola, Jesús nos muestra un Dios distinto. Se ha fiado de nosotros, nos ha encomendado el mundo y la historia, la vida y el tiempo para continuar y engrandecer su proyecto. Coincide su mensaje con nuestros más nobles sueños de ser creativos y de tomar la iniciativa para que nuestro paso por el mundo deje el rastro de una vida fecunda, plena.

Como Evangelio, como Palabra de vida, su parábola describe una bifurcación en nuestro camino. En efecto, caben dos actitudes de fondo ante los dones de Dios: confiar y lanzarse valientemente a cultivar e invertir lo recibido, o quedarse paralizados por el terror, al que quizá hemos dado un puesto de honor en nuestros corazones. “Señor, sé que eres un hombre duro, que siegas donde no siembras... aquí tienes lo tuyo” (Mt 25, 24-25). Se ha pervertido el rostro de señor, y ha sido incapaz de superar la falsa lógica del mío/tuyo.

Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará?

El coraje y la perseverancia de los dos primeros empleados de la parábola tiene su prefiguración en la mujer fuerte de Israel. Ella no se deja abrumar por el peso de las tareas, y goza serenamente con su vocación de ser el corazón de la casa. Convierte cada día en un cántico jubiloso a Dios mediante su delicado y certero trabajo, y de su bondad pueden dar fe su marido, sus hijos, y los pobres que llaman a su puerta. El temor de Dios (que no el miedo) es su fortaleza, y por eso merece alabanza (Pr 31, 30).

Cristo nos ha recordado que nuestras cualidades y capacidades son para ponerlas en juego, para administrarlas bien, es decir, con audacia. Nos recuerda hoy que reservarse es perderse, que los talentos caducan, que el paso del tiempo es una invitación a salir al camino de la vida. Cristo llama y ama, y con su Espíritu nos lanza a la vida, a la historia, al camino. Nos abre la verdadera historia de Dios, del Dios que nos da su paz, y que por eso mismo no nos deja en paz, en la falsa paz de los cobardes autosatisfechos.

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