domingo, 5 de octubre de 2014

Domingo de la vigesimoséptima semana del Tiempo Ordinario. 
PRIMERA LECTURA
La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel

Lectura del libro de Isaías 5, 1-7
Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña.
Mi amigo tenía una viña en fértil collado.
La entrecavó, la descantó, y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar.
Y esperó que diese uvas, pero dio agrazones.
Pues ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sed jueces entre mí y mi viña.
¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho?
¿Por qué, esperando que diera uvas, dio agrazones?
Pues ahora os diré a vosotros lo que voy a hacer con mi viña: quitar su valla para que sirva de pasto, derruir su tapia para que la pisoteen.
La dejaré arrasada: no la podarán ni la escardarán, crecerán zarzas y cardos; prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella.
La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel; son los hombres de Judá su plantel preferido.
Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 79, 9 y 12. 13-14. 15-16. 19-20 
R. La viña del Señor es la casa de Israel.
Sacaste una vid de Egipto, 
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste. 
Extendió sus sarmientos hasta el mar, 
y sus brotes hasta el Gran Río. R.
¿Por qué has derribado su cerca 
para que la saqueen los viandantes, 
la pisoteen los jabalíes 
y se la coman las alimañas? R.
Dios de los ejércitos, vuélvete: 
mira desde el cielo, fíjate, 
ven a visitar tu viña, 
la cepa que tu diestra plantó. 
y que tú hiciste vigorosa. R.
No nos alejaremos de ti: 
danos vida, para que invoquemos tu nombre. 
Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos, 
que brille tu rostro y nos salve. R.


SEGUNDA LECTURA
Poned esto por obra, y el Dios de la paz estará con vosotros 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 6-9
Hermanos:
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta.
Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra.
Y el Dios de la paz estará con vosotros.

Palabra de Dios.


EVANGELIO
Arrendará la viña a otros labradores

Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 33-43
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
-«Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo."
Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia."
Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.
Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»
Le contestaron:
-«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.»
Y Jesús les dice:
-«¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.»

Palabra del Señor.

COMENTARIO al Evangelio del Domingo:
Por Mikel Garciandía Goñi, Capellán de San Miguel de Aralar (Navarra - España)

Tendrán respeto a mi hijo


En nuestro pecado, desarrollamos una enorme capacidad de disimular nuestros fallos e incluso de justificarlos. Vivimos a la defensiva y no dejamos desarrollar su argumento a quien se acerca desenmascarando la mentira que anida en nosotros. En el Antiguo Testamento, profetas como Natán, cuentan historias que en sí son luminosas y que permiten al rey David objetivar, reconocer su culpa: tú eres ese hombre (1 Sam 12, 7). Isaías por su parte, muestra la desazón de un Dios permanentemente preocupado por su pueblo, del que espera derecho y justicia: “mi amigo tenía una viña en fértil collado” (Is 5, 1). 

El lenguaje de Jesús se vuelve alegórico en este domingo. El cerco de sus enemigos se estrecha a su alrededor, el tiempo mesiánico se le agota, y el Señor adelanta lo que va a suceder. Y lo va a hacer de un modo que no deja lugar a dudas y que supera las barreras y bloqueos mentales de los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo: el propietario es Dios, y la viña, el pueblo elegido (Sal 79), los siervos, los profetas, los viñadores homicidas son los judíos infieles, y el otro pueblo al que se le confiará la viña, los paganos; el hijo, Jesús, muerto fuera de las murallas de Jerusalén.

La piedra que desecharon los arquitectos

Resulta conmovedor asomarse al corazón de Jesús en este domingo: sobreponiéndose a su dolor y a su tristeza, el Maestro sigue interpelando. No emite un juicio sino que pregunta a quienes le acechan: “cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?” (Mt 21, 40). Jesús se empeña en dejar abierta la historia en ofrecer una y otra vez la oportunidad salvadora, sabiendo que esa es su tarea e identidad: la respuesta compete a las autoridades religiosas de Israel.

Esa misma lógica de los judíos que habían endurecido el corazón, y que consiste en enmascarar el pecado propio anida también en nuestros corazones. El Evangelio de este domingo nos puede hacer un enorme bien. La lógica de Dios es chocante, nos escandaliza un Mesías impotente y crucificado, pero en acogerle tal y como se presenta en la historia nos va la vida.

La Escritura explicada y cumplida en Jesús nos salva: la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular (Mt 21, 42). “Acercándoos a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios, también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual” (1 Pe 2, 4-5). ¿Recogerá Dios buenos frutos de nosotros?

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